De hecho hubiera renunciado también a Zumaia si no fuera
porque no quería dejar tirado a Iker, al que me ha costado 2 años convencer
para que hiciera triatlón, y que tenía Zumaia marcada en rojo como “su prueba
reina”.
Me apetecía CERO competir ya en septiembre, ya que además
viajar ese fin de semana significaba perderme el partido del Calderón entre mi
Atleti y el Barça. En cambio tenía muchas ganas de compartir ese momento con
Iker, así que nada, trastos al coche, 500 kilómetros de nada, te tiras al
charco, luego pedaleas y corres un rato, y en poco más de una hora te lo
quitas de encima, te pegas unos abrazos con tu amigo y a comer besugo, txuleta
o lo que toque esa noche.
Y así, sin ganas, sin motivación, sin entrenamiento apenas
tras las vacaciones, donde nadé muy poco, no toqué la bici y lo único que he
hecho es correr, me presenté en Zumaia.
¿Y qué pasó? Pues lo que pasó es que, compitiendo sin
presión ninguna, me salió un triatlón bastante decente, me exprimí a tope-tope
en cada sector, me lo pasé genial, tuve ocasión de conocer a nuevos compañeros
del Atlético San Sebastián y, sobre todo, disfruté del “momento Iker”, que era
lo realmente importante. Me alegró ver su cara de cansancio y satisfacción, ya
que alcanzó sobrado su objetivo de bajar de 1h20, aunque su competitividad
mostrara algún gesto de no estar del todo satisfecho (el famoso pensamiento “y
si…”, “y si…”, “y si…”). Eso es bueno, mientras no llegue a obsesionarse como
me ha pasado a mí este año.
Vamos con la crónica de este triatlón sprint de Zumaia, que
ya se ha convertido en cita anual obligatoria.
AGUA
Tras el “mal trago”, nunca mejor dicho, del pasado medio
Ironman de Medina de Rioseco, tenía serias dudas acerca de dónde posicionarme
en la salida de la natación. El día anterior tuve la ocasión de nadar en la ría
de Zumaia y no me vi demasiado mal, así que decidí salir nuevamente en
posiciones delanteras.
Hasta 3ª fila llego, mis competidores abren codos y no me
dejan avanzar más allá. Bueno, que sea lo que Dios quiera, bocinazo y a la
pelea, venga.
Primeros metros braceando “a lo waterpolista”, con la cabeza
fuera del agua y buscando mi hueco. Me deshago de un culo gordo enorme que
bloquea un carril más o menos despejado y con “sólo” unos 50 golpes recibidos
llego a la boya que a los 200m marca el giro de 180 grados que debemos dar para
continuar con otros 550 metros.
En la boya el caos absoluto, por supuesto. Reparto un par de
mandobles a un “pesao” que quiere pasar por encima de mí y trato de cruzarme
para ir hacia el lado izquierdo exterior de la boya, corazón disparado y
ansiedad en zona roja.
Ya estoy en zona tranquila, he perdido unos segundos
preciosos en el maldito giro de la boya, pero lo que resta ahora debería ser
tranquilo.
Con el día nublado la visión es perfecta y de vez en cuando
voy levantando la cabeza para enfocar la casa que me sirve como referencia y
que señala el lugar donde se encuentran ubicadas las escaleras de salida de la
ría del Urola (gracias Iker por el apunte).
Por primera vez en mucho tiempo, quizá primera vez de siempre,
me pongo a pies de un par de tíos que cómodamente me llevan hasta el final del
segmento de natación.
Pequeño atasco en las escaleras, torpeza absoluta para
alcanzar el cierre de velcro del neopreno y vistazo al reloj: 13’28”. Bueno, no es para tirar cohetes pero no está tan mal, visto el
desastre acuático de las últimas pruebas.
Sigo intentando deshacerme del neopreno torpemente mientras
corro hacia mi “Atómica”, que espera ansiosa en el box.
Salgo junto a otro triatleta, “Tertzio”, y ya en la primera recta y posterior rampón nos hemos pegado un calentón que flipas, me pican las piernas tela marinera. Miro hacia atrás y veo que viene un grupo numeroso, así que me dejo llevar levemente hasta que me alcanzan, con la esperanza de poder aguantarles.
Casi me choco con “Albisu”, otro competidor larguirucho que
me pega un bocinazo y me abronca. Coño no adelantes tú por la derecha, hijo de una hiena.
Me cruzo con Carmen, del Atlético SS… “¡Hey!”
Cometo el tremendo error de entrar al relevo, quién me
mandaría. Nuevo calentón innecesario que acabo pagando caro ya que acaban
soltándome.
Cagonlamarsalada Dani, mira que eres imbécil.
Llego al giro de los 10kms, a escasos 50m del grupo que me
ha soltado, pero no acabo de enganchar, viene otro mega-grupo, venga, estos sí
que no me sueltan…
Pues sí me sueltan, ¿habrase visto?, hay que joderse.
Ooootra vez solo, a puto tope, todo lo agachado que puedo,
manos en la curva del manillar, dientes apretados, dándolo todo. He ido al
máximo, más no había en mis piernas, en serio.
34’17”. Al principio estoy cabreado, me da rabia que me
hayan soltado tan fácilmente esos dos malditos grupos, pero un nuevo vistazo al
crono me hace darme cuenta de que llevo pocos segundos por encima de los 50
minutos totales. Echo cuentas y voy más que sobrado para bajar de 1h15, que en
principio era mi objetivo. Mal se me tiene que dar la carrera para no lograrlo.
A CORRER
T2 rápida, inferior al minuto y ya estoy dándole a las
piernecitas, haciendo el correspondiente chequeo:
¿Cómo te encuentras? Bien, fuerte.
¿Piernas? Parece que quieren guerra.
¿Corazón? Latiendo casi en la garganta, pero nada grave,
aguantará.
Pues venga dale. A tope.
Cartel del kilómetro 1 en 4:10. Bien, pero puedes hacerlo
mejor, vamos, un poco más. Giro de 180 grados de los que me matan y me
destrozan el ritmo, pero ahora tienes el viento de culo, dale Dani.
Kilómetro 2, 3:55, eso está mucho mejor. Me cruzo con Iker,
le saco kilómetro y medio aprox. Lleva cara de ir sufriendo, pero no parece mal
ritmo.
Me dobla Ander Iradi, qué bestia el tío, cómo va.
Nuevo giro a los 2,5km, me dan la cinta amarilla que te
exigirán luego para entrar al pasillo de meta. Vamos a por la segunda vuelta.
Con el viento de cara el cansancio aparece y el ritmo baja.
Paso por el 3 en 4:10.
Choco manos con Carmen, toda sonrisas.
Ya voy frito, se me está haciendo largo este tramo final. El
paso por el kilómetro en 4:20, ¡vamos Dani que no decaiga!
Vuelvo a cruzarme con Iker, ninguno de los dos tenemos ganas
de sonreír ya, un leve gesto de aprobación con “caidita” de ojos y a lo nuestro.
Trato de forzar el ritmo y buscar “una marcha más” pero por
más que busco no encuentro. Doblo a Carmen al grito de “¡Vamos Carmen que esto
ya está hecho!”.
Tembleque de piernas en la mini subida del puente sobre la
ría y 200m finales en los que esprinto a tope.
Cruzo la meta en 1h12:02 (Mierda de 2 segs, joderrrrrr). Parcial
del último kilómetro en 4:15, para un total de 20:50 en el sector a pie.
Sonrío de satisfacción. No está mal, Fonseca, no está mal.
Repongo líquidos en el avituallamiento post-meta, charlo
brevemente con Ander y me sitúo cerca del arco de meta para ver llegar a Iker.
Aquí está, le grito para que apriete y esprinte, cosa que
hace.
Abrazos y enhorabuenas mutuas, zorionak Iker, vaya carrerón
te has marcado, bien hecho. Le dejo que recupere el resuello y nos reunimos con
el resto del equipo para cambiar impresiones y hacernos unas fotitos.
¡Qué bien me lo he pasado! Al final le voy a acabar cogiendo
el gustillo a la distancia sprint, pese a la pura agonía que supone ir a tope todo el rato.
Rematemos con unas buenas cervezas y una cena en condiciones
este magnifico sábado de triatlón, demos por finalizada la temporada y…a otra
cosa.
¡Gero arte Triatlón!
¡Ongi Etorri Maratón! (bueno, y Behobia, media de Talavera,
Madrid Corre por Madrid, Carrera de la Ciencia…ahora toca CORRER).