Un infierno. Eso es lo que fue el sector de bici. Y los
otros 2 apartados tampoco es que fueran mucho más favorables. Bueno, ya está
bien de lamentos, así, nada más empezar la crónica, Fonseca. Sabías a lo que
venías, no siempre las circunstancias son favorables y has de saber lidiar
también “estos toros”. En Pamplona, ciudad con archiconocida fama taurina, esta
vez el toro, en forma de viento, me pegó unas buenas cornadas, aunque al final
creo que logré parar la hemorragia. Sin merecer trofeo alguno, al menos
logramos salvar la faena. El resultado final lo vamos a dejar en “división de
opiniones”.
En un “marco incomparable”, como se suele decir, el sector
de natación tenía lugar en el embalse de Alloz, siendo el camping de Aritzaleku
el lugar elegido para instalar la T1. Bonito sitio.
Día gris, feo y frío, alrededor de 10 grados y viento, mucho
viento. Pintan bastos en ese sentido toda la jornada. Mi estreno como nuevo
componente del Atlético San Sebastián se prevé duro. Nadie dijo que el
triatlón, y más en estas distancias, fuera tarea sencilla.
La salida es a las 14h, horario poco habitual para mí. Llego
pronto en compañía de Ruth, mi fiel “escudera”. Hasta el moño tiene que estar
ya de mí. Preparo todo con suficiente tiempo y engullo un plato de pasta a eso
de las 12 de la mañana, que me entra de aquella manera. También nos acompañan
en esta ocasión nuestros amigos Goico y Nieves, que han venido “ex profeso”
desde Madrid para verme competir. Goico es natural de Pamplona y se ofreció a
acompañarme como excusa para darse una vuelta por la tierra que le vio nacer.
¡Muchas gracias, amigos!
Charlo un poco antes de la carrera con Jon, el único de los
3 compañeros del AtSS que conozco, ya que me dejó la bici con la que tomé parte
el año pasado en el triatlón de Zumaia. Le pregunto cómo va a salir en la bici,
si tiene pensado salir “a pelo” o no, y me dice que sí, que como mucho unos
manguitos. Vascos, ya se sabe, tíos recios.
Nos deseamos suerte y venga, vamos allá…
AGUA
Nunca había visto un pantano con olas, la verdad. Pero
haberlas “haylas”. Afortunadamente el agua está a buena temperatura, no todo va
a ser negativo.
Me coloco en posiciones delanteras, pegado a la izquierda
para compensar mi habitual tendencia a irme a derechas, cosas de tener un brazo
izquierdo mucho más potente que el derecho, ya sabes. Bocinazo y al lío.
Lluvia de golpes y sobredosis de angustia, a los 100m me
arrancan (literalmente) el GPS de la muñeca. Adiós a 200 “pavos” y sobre todo…prepárate
Dani para hacer tu primer medio Ironman sin dato alguno, ni medias, ni ritmos,
ni pulsaciones, ni nada que no sea tiempos totales y parciales, ya que
afortunadamente siempre salgo con dos dispositivos, siendo el segundo un
sencillo cronómetro. Por si acaso. Y mira tú por donde, se dio el caso.
Aun recuperándome del shock emocional, económico y
tecnológico, he de seguir dando brazadas. Paso por la primera boya caótico, nunca
me había peleado tanto buscando un simple sitio para hacer un giro. Segundo
tramo de esta primera vuelta algo más tranquilo, aunque ya empiezo a desviarme
hacia la derecha y tengo que corregir la trayectoria varias veces.
Salgo del agua la primera vuelta (son dos) en 17 minutos “pelaos”,
bueno pues no voy tan mal. Informo a mis acompañantes del infortunio con el
maldito GPS y de nuevo me lanzo al agua.
Segundos 950m algo más tranquilos, aunque siempre duros ya
que “las olas” te bañan la cara cada vez que levantas la vista para buscar
referencias. Buenos tragos acabé pegando. Llegando al final del sector dudo si
pararme un poco a miccionar (no sé hacer dos cosas a la vez, o nado o meo, pero
no ambas), y al final decido aguantar, pero obviamente pierdo el ritmo y unos
buenos segundillos en esos momentos de duda acerca de necesidades básicas.
Salgo del agua en 34 y pico, ya 35 cuando piso la alfombra y
el BIP, BIP, BIP anuncia el final de este primer sector. Me espera una dura T1, con una criminal y durísima rampa que hay que salvar descalzo y medio mareado,
hasta llegar a la zona de las bicis. Con el corazón disparado y tiritando de
frío entro en la carpa a cambiarme, y “la lío parda”. No me entran los
calcetines, no me entran los manguitos, no encuentro las gafas de sol, blasfemo
y juro en hebreo. Un competidor me saca de mi bloqueo al grito de “CagonSOS, la
que estás liando, sal a pelo chaval, tampoco hace tanto frío, joder”. Se me va
la vida en esta T1, para rematarlo no encuentro mi bici, solo me falta ponerme
a llorar…
7 minutos de T1, desastre total, en fin, ya estamos a lomos
de BeBe y vamos a ver lo que nos depara el destino en las siguientes (espero)
algo menos de 3 horas…
BICI
Kilómetros iniciales en fuerte bajada, algo peligrosa
también, sobre todo porque aún voy tiritando de frío y no coordino demasiado
bien, me pego un par de sustos en un par de curvas cerradas. Poco a poco el
cuerpo va cogiendo calor y empiezo a sentirme cómodo dando pedales. El viento
sopla fuerte, y voy dando bandazos, aunque un vistazo al velocímetro me indica
que eminentemente lo tengo a favor, dado que voy por encima de 40 sin mucha
dificultad. Ya me avisaron “compis” del club que conocían tanto el recorrido
como la previsión del tiempo que los primeros 30kms serían a favor y el resto
en contra. De momento se cumple, espero que se equivoquen más tarde…
Medias de 38-39kmh, voy volando y pasando a todo Cristo, se
alternan zonas llanas con algún repecho corto y duro que te deja seco, pero
trato de mantener un buen ritmo y cadencia de pedalada. Como no llevo ritmo
cardíaco voy por sensaciones, y ahora mismo el cuerpo me pide apretar. Pues
aprieto. De vez cuando una racha de viento te pega un meneo que amenaza con
sacarte de la carretera, pero tú sigues concentrado y apretando. Mucha
sonrisita, mucho “qué circuito más guapo”, mucho “pues sí que es rápido, sí…”.
Hasta que llegamos al 30.
Giro a izquierdas, salimos de la carretera general para
adentrarnos en secundarias y…
…ATOMARPORSACO.
Me doy contra una pared. Joder, si no avanzo. Voy en llano,
yo creo que incluso bajando un poco, plato grande, pero he de subir piñones y…¿24kmh?
Esto ha debido de romperse, el velocímetro no funciona, pero si voy bajando,
oiga.
Para rematarlo hay que subir un par de “minipuertos”, o tres
o cuatro, que ya no recuerdo si eran subidas o simplemente el viento que no nos
dejaba avanzar. Recuerdo la subida a Mendigorría como especialmente dura, con
curvas en “ese” de esas que te dejan ver por donde tienes que seguir si alzas
la mirada…”cagonlamar, ¿hasta ahí tengo que subir?”
Cruzo unas palabras con uno del Bulletbike, que me dice:
“Nos estamos metiendo la cabra y las ruedas de perfil por el
c….”
Pues sí, anda que los que van con lenticulares…
Llevo a un niñato pegado a mi estela más de 20 minutos, y ni
se inmuta el tío. Nunca antes había tenido que abroncar a nadie, pero me parece
muy injusto que este corpachón mío se esté peleando contra Eolo y el niñato tan
a gusto chupando rueda. Finalmente me aparto a un lado y le grito:
“Creo que te has confundido, esto no es un Olímpico, tira ya
a tomarpor…”
Pone cara de tonto, lo que no le cuesta mucho, blasfema e
intenta ir hacia adelante. Que te pires, niñato.
Los últimos 15kms se me hacen larguísimos, he descuidado
algo la bici las últimas semanas y me parece que me está pasando factura. La
media ha ido cayendo estrepitosamente y al final no voy a sacar ni 30, qué
desastre.
Rematamos con otra subidita tremenda hasta alcanzar Pamplona
y finalmente la guinda de la cuesta de Santo Domingo hasta alcanzar la plaza
del Castillo, donde se encuentra situada la T2. Ruth y Nieves me reciben
aplaudiendo y animando a rabiar. Olé.
2h57 de bici. Mal.
Me recoge la bici un voluntario, qué nivel, Maribel. A paso
ligero entro en la carpa y me cambio, esta vez sí, rápidamente.
CARRERA
Control de daños en piernas…todo ok, parece que siguen
estando bajo la cadera, no voy demasiado tieso, así que decido salir fuerte. O
eso me parece, porque claro, no llevo GPS para controlar ritmos. Tampoco parece
que estén marcados los puntos kilométricos, así que hasta que acabe la primera
vuelta de 7km no sabré como voy. Pues nada, por sensaciones.
Salgo fuerte, eso ya lo he dicho, primer kilómetro para
abajo hasta llegar a la muralla, a la que hay que ascender por unas rampas en
zig-zag. Ya estamos con las gymkanas, como rompen el ritmo estas tonterías, hay
que jorobarse. Otro ratito sobre la muralla, sobre asfalto “medieval” de
adoquinado gordo, y brutal descenso hasta el río Arga, donde hay que ir con
cuidado reteniendo de cuádriceps. Duele.
Una vez a orillas del río en teoría nos esperan unos 3km
llanos. Pues sí, además por pistas de tierra, cosa que agradecen mis pies y
rodillas. Me cruzo con uno del club, que me saluda, “Ehhh, apaaaaa”
“Apaaaa” (le respondo)
Va fuerte, el tío.
Llego a un giro de 180 grados y le pregunto a la voluntaria
si sabe cuántos kilómetros hay hasta allí desde la salida.
3,5km. La mitad. Vistazo al reloj y joder, pues voy bien.
Último kilómetro criminal, por la cuesta de Santo Domingo y
calle Chapitela, hasta “ascender”, nunca mejor dicho, hasta la plaza de
Castillo de marras. Menudo cuestón, me revienta, aunque hay mucho público
animando…”Vamos Fonseca” “Aúpa Fonseca”.
Primera vuelta en 32min@4:40. Demasiado rápido me temo, lo
voy a acabar pagando.
Tiro a por la segunda y en la bajada hacia el río primeros
amagos de calambres…mierrrrrrda.
Llego al llano y me cruzo con otro del club, “Apaaaa”, me
cuesta darme cuenta porque su equipación no es igual que la mía, parece más
antigua. Bueno, pues ya los he visto a todos, luego habrá que jugar al quién es
quién (resultaron ser Emilio y Aitzol, respectivamente). Al poco me adelanta (más bien me
dobla) Emilio, con el que me había cruzado en primer lugar, que me toca el
hombro y me saluda con el consiguiente “Apaaaa”.
Ya no voy tan bien de ritmo, no hace falta tener GPS para
darse cuenta. En los avituallamientos me paro más de la cuenta. La subida de
Santo Domingo esta vez tiene que ser andando, al menos en su primer tramo,
luego la gente que te anima casi te obliga a correr, entre lágrimas de dolor y
emoción.
Segunda vuelta en 36. Mal, ya voy por encima de 5min/km.
Mierda.
En la última ya voy frito. Desde el zig-zag de la muralla ya
los calambres son continuos, aprieto los dientes en la bajada y literalmente
hago toda esta vuelta entre lágrimas de dolor, aunque decido no pararme, voy
lento, pasitos cortos, tratando de no alargar la zancada para evitar los
calambres. Además el estómago ha dicho basta, ya no me entra nada, y voy muerto
de frío.
Pesadilla de 7km finales.
En Santo Domingo adelanto a dos tíos que van andando, que se
pican y me vuelven a rebasar. Me toca bastante la moral el tema, así que
esprinto desde ahí hasta el final, no te jode, los tíosssss…
Última entrada en la plaza y recorro “la serpiente” que han
dibujado con vallas para la entrada en meta dándolo todo. Choco la manos con el pasillo de
gente que precede al arco de meta, me cuesta incluso subir la rampita que han
puesto para cruzar dicho arco.
Me colocan un pañuelo rojo “sanferminero”. Curioso, aquí
sustituye a la medalla. Mola.
Busco a Goico con la mirada (mide 2 metros), me da la
enhorabuena y al poco aparecen Ruth y Nieves, que estaban en las gradas de la
recta de meta.
Entro tiritando a la carpa de recuperación, y busco
isotónico y algo de fruta, aunque tengo el estómago centrifugando. Bueno, los
trozos de naranja parece que entran. Cola para los masajes, pocas camillas, así que pasando.
Todo el mundo comenta la dureza de la prueba y la paliza que
nos ha dado el viento. Solo se escuchan dos palabras:
“Viento” y “Santo Domingo”.
Charlo un rato con uno del Ecosport Alcobendas. Por supuesto
conoce a Hugo Écija, un “máquina” con el que competí en Arenales y con el que
también he salido a entrenar en bici. Hugo juega en otra Liga.
No ha sido mi mejor prueba, desde luego. Pero creo que he
sabido sufrir, eso sí me ha gustado. Bueno, ya vendrán triatlones mejores, esta
vez el viento me ha superado.
Vamos Dani, al hotel, a ducharte y a cenar con tu mujer y tus amigos. Tú
te lo mereces, y ellos, también.
Volveré a Pamplona el año que viene, seguramente. Tenemos
una cuenta pendiente. Enhorabuena a la Organización por un triatlón
espectacular. Duro, pero espectacular.
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