martes, 8 de octubre de 2013

POR LO CIVIL O POR LO CRIMINAL. CRÓNICA DE MI PRIMER IRONMAN

“Este partido hay que ganarlo por lo civil o por lo criminal”. Expresión utilizada por Luis Aragonés hace unos años para referirse al modo en el que se debía conseguir la victoria en un partido de la selección española frente a Suecia.

Así me planteé yo mi reto del Ironman, lo terminaba por lo civil o por lo criminal. Pero eso fue en el km. 130 de la bicicleta. Antes, mucho antes, no tenía necesidad de plantearme cómo iba a terminar la carrera, porque estaba convencido de que la terminaría y lo haría disfrutando, sufriendo de manera controlada, disfrutando también de ese sufrimiento, pero disfrutando al fin y al cabo.

Pero eso fue antes.

Antes de conocer que definitivamente el recorrido de bicicleta iba a ser salvaje. Antes de saber que el desnivel  positivo acumulado en bici sería bastante más del publicado por la Organización. Antes de descubrir que los 100km de carretera en territorio portugués iban a ser lo más parecido a rodar por el infierno. Antes de percatarme de los  kilómetros de maratón corriendo por la arena blanda de la playa que me esperaban.

He tenido que madurar un par de días qué tipo de crónica quería escribir debido al cabreo y la frustración que el sentirme engañado me produjo, pero en definitiva al final he de quedarme con lo importante. Y lo importante es que lo terminé, lo conseguí, lo logré, y lo demás debe quedar como secundario.
Así que no adelantemos acontecimientos. Empecemos por el principio.

En el principio fue el viaje, y el viaje fue emocionante y agradable. Salimos el jueves 3, Ruth, Natalia y Dani embarcados en un trayecto de 700km con el coche cargado hasta los topes, Nekane amarrada en el soporte trasero facilitado por Óscar, con su matrícula adicional y su maldita señal V.20 de saliente de carga, no fuera que a la Guardia Civil le diera por tocar las narices. No, las luces no se tapaban, se veían perfectamente, señor agente, señor.

Qué tal estaría el hotel, qué ciudades del Algarve portugués visitaríamos y qué actividades de relax realizaríamos eran lo que nos preocupaba durante el viaje. Ya habría tiempo de ponerse nerviosos.
Y resulta que el hotel era espectacular, todo un resort a precios de risa (aquí sí, “chapó” para la Organización), con alucinantes piscinas exteriores, SPA y toda clase de comodidades. Y además era el centro neurálgico de la prueba, la recorrida de dorsales, la reunión técnica, los boxes de la T1, todo era allí mismo. Perfecto.

Llegar, comer algo y recoger ya el dorsal, para qué esperar más. Pegatinas, bolsas para dejar el material de la T1 y de la T2 (que la Organización trasladará a Portugal, donde se dejará la bici y comenzará la maratón), instrucciones para el circuito de bici, no viene el chip, supongo que lo darán durante el “bike-check” o la misma mañana de la prueba, no problem.

Monto la bici, compruebo que Nekane tiene todo en orden y salgo a rodar media hora sobre ella, para cerciorarme de que todo funciona correctamente. Primera mala noticia, el viento. Me lo temía, las voy a pasar putas como dé el viento de cara, y con la suerte que se suele tener en estos casos, seguro que será así. Hace mucho viento…joder.

Vuelvo de la bici, el de la habitación de al lado me pregunta que qué tal, que si hace mucho viento. Pues sí, macho.

“Joder, pues nos vamos a cagar, y ya verás con las carreteras portuguesas…”

¿Qué pasa con las carreteras portuguesas, no son nacionales?

“¿Nacionales?, ja, son de décimocuarta regional, estrechas, ratoneras, bacheadas, un infierno…”

Cojonudo, vete olvidando de sacar buen parcial de bici, Fonseca.

Al menos el mar es un plato, parece una piscina, quien no se consuela…

Ya estamos en el día 4, el día previo. Salgo a trotar un poco, nada, 20 minutos, por el paseo marítimo, que será también escenario de los kilómetros finales de la maratón. Bien, firme regular y en buenas condiciones, no todo parece tan malo, de momento.

Decidimos comer en Faro, primera gran ciudad del Algarve portugués, dar una vuelta por ahí y volver no muy tarde al hotel para descansar algo, cenar pronto, ponerme hasta el culo de pasta  y llegar a tiempo para la reunión técnica. También hay que dejar la bici la noche antes, y allí primera bronca con los jueces, las ruedas tienen que estar hinchadas, no dejarán pasar infladores la mañana siguiente.

Pero oiga, ¿Qué sentido tiene? Y si revienta durante la noche ¿qué pasa?

“Que no, coño, que no voy a dejar pasar a 700 tíos con 700 infladores una hora antes de la carrera, y se acabó”.

Joder, qué genio. Típico de los jueces, si quieres saber cómo es Juanillo, dale un carguillo…


Y vamos con la reunión técnica, que para empezar la han puesto a las 22h. WTF. A esas horas ya debería estar durmiendo, coño. Bueno, venga, va, si total tampoco voy a dormir demasiado de puro nervio.

Salón gigante, llenísimo de gente, de bote en bote, video motivacional de triatlón que pone el vello de punta, veamos con qué nos sorprenden.

Y nos sorprenden con una reunión chapucera, en la que no cuentan nada ni aclaran nada, y en la que además luego descubrirás que mienten descaradamente. Se anulan avituallamientos previamente anunciados, se generan muchas dudas y el nerviosismo invade al personal. Sólo les preocupa hablar de las sanciones y las descalificaciones, tiene cojones. Además totalmente en español, con más de 100 atletas portugueses presentes, ¿no se supone que es el Iberman y que es una prueba compartida entre los dos países?, continuas referencias y agradecimientos a “todas las personas venidas desde toda España”,  ¿y Portugal qué? Luego nos extrañamos de que los portugueses nos tengan manía. Mal, muy mal.

Le digo a Ruth y a Natalia que nos vamos antes de que terminen, me estoy poniendo de muy mala hostia y no me viene nada bien.

Decidimos que voy a dormir solo. Ruth se va con Natalia, ya en el triatlón de Lisboa la noche previa no dormí ni dejé dormir un carajo, así que esta vez que por lo menos descanse Ruth.

No duermo mal del todo, aunque duermo poco y a ratos. Decido no bajar a desayunar, tengo comida y bebida en la habitación y así gano media horita de sueño.

De modo que me levanto, preparo todo el material de natación y bici en la mochila de la T1, me ducho con abundante agua caliente y a las 6:30am tiro para boxes. Todo dios con sus infladores y aquí no pasa nada. Manda cojones. Joder, y todo el mundo lleva el chip en el tobillo…oye ¿y el chip a ti cuándo te lo han dado?

“Venía en un sobre, junto al dorsal”.

Nop, no venía ningún sobre, que sí, que no, que sí, pues a mí no. Pues tienes un problema.

Cagóndios, ni un solo juez ahora, claro no querrán madrugar los pobrecicos. Tira corriendo para la oficina de carrera, oye que yo no tengo el chip.

“Ah, tú debiste ser de los primeros en recoger el dorsal ¿no es así?”

Sí, en cuanto abristeis.

“Ya, es que luego decidimos que darlos por la mañana el día de la prueba sería un lío y que mejor los entregábamos ya”.

Y a los primeros pardillos como yo que les den por culo, ya protestarán, ¿no?

“Exacto, ¿tu dorsal por favor?”

El 23 (cabrones).

“Aquí tienes”.

Venga, empezamos bien, ya has tenido tu sesioncita de nervios, con lo relajadito que te habías levantado, ¿eh, Dani?

LA NATACIÓN

Finalmente estoy cruzando la pasarela de madera que separa el hotel de la playa y del inicio de mi primer Ironman, el Iberman “Costa de la Luz”. La situación pone los pelos de punta de pura emoción, aún es de noche, alumbrados por focos 700 triatletas y numeroso público aguardamos a que se haga de día para dar inicio a la prueba. Poco a poco unos destellos naranjas van apareciendo por el este y a las 08:15h estamos corriendo por la playa y nos lanzamos al agua.




No estoy nervioso. Primera C. La natación con CALMA. Así que tranquilo, salgo abierto por la derecha, no quiero golpes, y afortunadamente apenas hay contacto. Hay mucho respeto, a la mínima unos ceden el paso a otros. Pasa tú, no por favor pasa tú, insisto tú primero, que no, que de verdad que no me importa, pasa tú. Bien, así da gusto nadar. Voy a buen ritmo, pero me oriento como el culo, como ya es habitual amiguetes. Y además la sensación es que las boyas están muy lejos. En el mapa marcaban unos 100m a la primera boya (ni de coña, muchos más), 800 y pico de la 2a a la 3a, y otros tantos de ésta a la 4a y luego salida a la playa y vuelta al agua. Son muchos más, fijo. Publicados ya los datos de varios competidores al que menos le salen 4200m y alguno llega hasta los 4500m. Vale que muchos metros de desviación son culpa de uno mismo y sus problemas de orientación, pero 700m de más son mucho metros ¿no?

Pero bueno, a lo que íbamos, que hay que nadar y voy bien, salgo en la primera vuelta en 44min, algo peor de lo esperado, pero bastante entero, que es lo que importa. Veo a Ruth y a Natalia que están en plena playa gritando como locas, me encanta verlas así y me motiva, así que con nuevas fuerzas me lanzo de nuevo al agua e intento ir algo más rápido. Ya voy cansado, pero aún así me concentro en alargar la brazada y arrastrar con fuerza el agua hacia atrás. Definitivamente me voy siempre a la derecha, y es que me temo que mi potente brazo izquierdo empuja mucho más que mi débil brazo derecho. Tendré que trabajar en igualar mis extremidades.

Segunda vuelta en 43min largos, algo mejor que la primera. Total 1h27min, casi 28, así que bien. Sin estresarme demasiado troto por la arena y cruzo la pasarela mientras me deshago del neopreno. Allí están mis acompañantes para las fotos, como siempre hago un poco el idiota, cojo la bolsa de la T1 y me meto en una de las carpas a despelotarme. 


Me cambio entero, no voy a llevar mono, prefiero ropa ciclista con maillot y , sobre todo, culotte con una buena badana, que 180km son demasiados para hacerlos con el mono de triatlón. Allí estamos varios tíos en bolas, compartiendo botellas de agua e isotónico y deseándonos suerte para lo que queda.

LA BICI

Agarro a Nekane, corro con ella un larguísimo pasillo de transición, casi 300m, y me monto descalzo con las zapas previamente insertadas en los pedales automáticos, soy todo un “pro”. De inicio me flipo, me dejo caer sobre el acople “aero”, en posición "aero", con mi casco “aero” (préstamo gentileza de Iván, compi del club), soy un tío “aero” en definitiva, así que salgo demasiado rápido y los 10 primeros kilómetros pasan volando.



Pero me acuerdo de la segunda C. La bici con CABEZA. Y llega el viento. Maldito viento. Puto viento. De cara, cruzado, un infierno. Los que llevan ruedas lenticulares pronto sufren las consecuencias, veo a más de uno yendo de lado a lado y varios incluso llegan a caerse. Sopla, y sopla fuerte. Aquí comienza la frustración, llevas el plato grande metido y el velocímetro que no sube, apenas consigo mantener unos tristes 26kmh de media. Y ésta era la parte fácil, todavía queda Portugal y sus cutre-carreteras.

Aún así, estoy disfrutando. Estoy harto de ver vídeos del Ironman de Hawaii con sus interminables rectas y el viento azotando. Esto es igual, así que me imagino que estoy en la gran Isla, en Kona. Una hilera de ciclistas luchando contra el viento, me emociono y se me pone la carne de gallina, la “gallina de piel” que dirían otros. Sobre el km60 el viento da un respiro, giramos a la izquierda y obtenemos lo que yo llamo “kilómetros gratis”. 10km de viento a favor y llano, llano. Así que le doy cera, pero son sólo 10 en 180, poco premio.

Here comes Portugal, llego al paso fronterizo de Pomarao y su temida primera pared, que la Organización disfraza con el pomposo nombre de “Gran Premio de la Montaña”. 3km brutales con un primer tramo de más de 1km al 15%-20%. La gente se baja incluso de la bici. Yo aguanto, pero Nekane chirría de lado a lado. Es el comienzo del infierno, mi particular “highway to hell”. 

Carreteras estrechas con un asfalto lamentable, parcheado, rugoso, horrible. Y sube y baja, sube y baja. En las bajadas no te da tiempo a recuperar, simplemente dejas caer la bici. La media de velocidad cae escandalosamente, por debajo de 25kmh y bajando. Me voy a ir a más de 7 horas de bici. Pronto paso a preguntarme si pasaré el corte de la bici, marcado para las 10 horas desde el inicio, esto es, a las 18:15h de la tarde. No las tengo todas conmigo.

En Portugal empiezan mis problemas de alimentación, en España la cosa ha ido bien, pero de pronto el sólido ya no me entra. Sólo he comido dos barritas y un medio-sandwich, aunque los geles sí van entrando bien, ya llevaré 4-5 geles. De líquidos también todo correcto. Llevo tres bidones que voy cambiando en los avituallamientos, y llevo pastillas de sales y sobres de carbohidratos que voy echando en el agua. El problema es el sólido. Y llega el amago de “pájara”, desde el km120 voy fatal, tengo náuseas y he vomitado el último intento de sándwich. Pintan bastos. El calor aprieta, son las 2-3 de la tarde y queda todavía mucha bici. 

Empiezan a caer los compañeros, ya no son rivales, son compañeros, porque están padeciendo lo mismo que tú. Les ves tirados en la cuneta, tumbados boca arriba, la bici tirada de cualquier manera. Están muertos.

Empiezas a llorar de desesperación, no puedes más, te agarras al manillar con fuerza, con tanta fuerza que arrancas una de las barras del acople aero. Paras y lo arreglas, echas una meadita y respiras profundamente, sigues llorando, piensas en retirarte, pero ya estás en el km.130. César se retiró en el km.140 del Ironman de Frankfurt, así que tú vas a aguantar hasta el km.150 por lo menos, y luego ya decides. Pasas el 140, y te acuerdas de César, y se lo dedicas, macho voy a seguir por ti. En el km.150 está el último avituallamiento, te paras allí un rato, bebes uno, dos y tres bidones de golpe, vas muerto. Tienen plátano, lo intentas, y aunque llevas con náuseas y vómitos un buen rato, esta vez parece que el cuerpo lo asimila. Bien.

Quedan 30 y según dicen son llanos, por Dios que sea verdad y que no te engañen. Ahora es una lucha contra el reloj. Vas algo justo, aunque deberías llegar. Lo comentas con Laura. Laura Garay es una campeona con la que llevas toda la bici, te paso, me pasas, te paso, me pasas. Pone a mal tiempo buena cara y siempre sonríe, no se queja.

“Venga, toca subida otra vez, despacito y buena letra”.

Qué ovarios tiene.

Sin hacer drafting nos vamos relevando a tirar un rato ella, un rato yo. Tenemos que llegar. 

Llegaremos.

Otro tío muy majete es un triatleta que además es juez de triatlón. Ya tiene unos añitos. Comento con él otro puñetero corte que hay que pasar en el km.28 de la maratón. Resulta que todo aquel que llegué más allá de las 21:15h al maldito km.28 se le retirará el dorsal, podrá seguir pero quedará descalificado. Siendo juez de triatlón me dice que lo llevan claro, que a él nadie le quita el dorsal, que los jueces de Huelva son gilipollas (él también es andaluz), que se caga en la madre que los parió a todos y que tal y que cual. Me hace descojonarme de la risa, que después de la “jartá” a llorar que me he pegado ya me viene bien.

Me va a sobrar media hora para el corte de la bici. Joder, menos mal. Si no lo llego a pasar juro que le prendo fuego a Nekane y no vuelvo a hacer triatlón en mi puta vida.

A 3km de la T2 veo a Ruth y a Natalia, en la rotonda de entrada de Vila-Real de Santo Antonio. Ahora lloro de alegría, ellas también, se las ve angustiadas y a la vez aliviadas de verme.

“Venga, que vas muy bien” me dice Ruth. Si tú supieras…


Suelto la bici, la puta bici, por fin. 7h45min de maldita bici. Qué horror, por Dios.

LA MARATÓN

No hay carpas, a quién coño le importa. Me despeloto ahí mismo y me pongo la ropa de correr. Primeros 500m andando, no puedo dar un paso, voy tieso. Poco a poco los pies se acostumbran a tocar suelo y echo a correr, más bien trotar. Mis chicas siguen en la rotonda, les digo que se vuelvan pa’ España, al hotel y descansen, que me quedan mínimo 4 horas y media de maratón (serían más).



Me paro en cada avituallamiento, en Portugal solo hay agua y plátanos, ni isotónico ni Coca-Cola, qué puto desastre, cabrones. Camino y corro, camino y corro, y así paso el puente fronterizo por la autovía de peaje y llegamos a España, a Ayamonte. Nos recibe una subida al Parador terrible, de 800m y como el 8% de desnivel. Cabrones.


En la larga bajada ya comienzo a pensar en el corte del km28, si no espabilo no voy a llegar. Así que me pongo a correr. A correr de verdad. Descubro que si alargo la zancada y acelero un poco el ritmo, las piernas me duelen igual que si sólo troto, así que corro. Pulsómetro en modo no pasar de 140ppm. No hay peligro, la “patata” va bien, lo que duelen son las piernas, y mucho además.

Tercera C. La maratón con COJONES.

Llego a la Vía Verde, un camino de 15km de tierra y piedras, pero que mis articulaciones agradecerán mejor que el asfalto. Comienza a anochecer, pero no llevo frontal de luz, porque según ellos todo está perfectamente iluminado (mentira cochina). Tengo que apretar si quiero pasar el dichoso corte, lo voy comentando con uno del Tricamaleón, que va igual de "fino" que yo, jodido vamos.

Media maratón en 2h10 aprox, lo cual no está nada mal, pero tengo que seguir apretando para llegar al corte del 28, voy muy muy justo. Nuevamente empiezan las naúseas y los escalofríos, madre mía qué calvario estoy pasando. Se hace finalmente de noche, se acaba la vía verde y nos meten por una carretera completamente a oscuras, da auténtico miedo. No se ve una mierda, vamos por el arcén sin una maldita luz, aunque afortunadamente no vienen coches en nuestra dirección, aunque sí en el otro sentido. Van a dar las nueve de la noche, ¿cuánto queda para la rotonda del km.28? 1500m. Llego, justo una vez más, pero llego. 

Me sobran 10 minutos.

Ya no hay más cortes, ahora tengo 4 horas para hacer 14km y llegar a meta. Paso el corte y me derrumbo, ya no puedo correr más, paro a vomitar y lo echo todo. Que les den, ya no puedo correr más, ahora se trata de sobrevivir y llegar a meta. De la apuesta de acabar en menos de 15 horas me puedo ir olvidando, la voy a perder, no voy a llegar a tiempo. Qué más da. Hay que terminar. Como sea.

Nos meten por un pinar completamente a oscuras, con unos simples puntos de luz que te indican, más o menos, el camino a seguir. Subes y bajas montículos, pisas ramas caídas, raíces, serán cabrones,  ¿no es suficientemente duro el Ironman de por sí como para que te metan por semejante infierno? Quedaría aún lo peor, la sorpresa final.

Km 30. Llego al paseo marítimo, quedan 12, pasas por la zona de meta y empiezas a cruzarte con triatletas que vienen en sentido contrario, ellos ya van a terminarlo. Todos nos animamos y nos aplaudimos.

“Venga, pisha, ya te queda poco, ya lo tienes”.

Enhorabuena campeón, disfruta tú también.

En las terrazas de los restaurantes y en las casas la gente para de cenar y se levantan a jalearte y aplaudirte.

“Sois la hostia, sois unos campeones, vamos máquinas”.

Rompo a llorar de nuevo, pero esta vez es de pura emoción, es escalofriante. Bravo, bravo, eso sí que mola, eso sí que merece la pena. Esto es lo grande del Ironman.  Y con el escalofrío llego a la playa. No, no puede ser, nos meten por la playa. Serán cabrones. A oscuras, por supuesto. Qué hartazgo, qué desesperación. 

Tropiezo, me caigo, a duras penas me levanto, estoy al límite de mis fuerzas. Llego al último avituallamiento y blasfemo ante los voluntarios. Ellos no tienen la culpa, y me dan la razón. Esto es excesivo. Me entregan la última pulsera de control (tienes que llevar tres, de distintos colores) y por un camino de arena vuelvo a la civilización.

Otra vez estoy en el paseo marítimo, quedan 3km para meta. Miro en el reloj, 20 minutos para cumplir las 15 horas desde que salí. La apuesta, lo puedo hacer, tengo que ponerme a correr.

Vamos Dani coño, corre, joder, corre. Veo un policía ¿cuánto queda? 2,5km. 15 minutos. Corre.

¿Cuánto queda? 2 km. 12 minutos. Corre.

¿Cuánto?  “1 km pisha, ya lo tienes, enhorabuena”. 5 minutos.  Qué lo voy a tener, corre, hostias, corre.

500m, 300m, veo el hotel, escucho al speaker, no paro, luces de focos, recta final. Cronómetro marcando 14h59min20segs.

Veo a Ruth, me grita como una loca, le grito yo diciendo “el tiempo, el tiempo”. No me entiende, no puedo pararme, he de seguir. Casi atropello al speaker, le paso volando y dándolo todo. Lanzo un rugido entrando en meta y cierro el puño. Me ponen la medalla de finisher.

14h59min44segs. Sí.



Aparece Ruth, nos abrazamos  y los dos rompemos a llorar. Nos interrumpe un chico de la Organización pidiéndome el chip. Espérate coño, no ansíes. Le doy el puto chip y vuelvo a estrujar a Ruth, no puedo parar de llorar, ella tampoco. Abrazo también a Natalia. Mil gracias chicas, mil millones de gracias.

Soy un Ironman, soy un puto Ironman. Soy un puto Ironman. Repite conmigo, soy un puto Ironman.

Aquí acaba la crónica de mi primer Ironman, dejo el post-Ironman para una próxima entrada con las conclusiones extraídas de esta extenuante e increíble experiencia.

Pero no puedo terminar sin criticar a la Organización. Decís que queréis pertenecer a la franquicia IRONMAN en un futuro cercano. Os queda mucho, no vale con decir en vuestra web, “para ser la primera vez no ha estado tan mal”. Vale que estamos locos, pero somos personas “humanas”, no animales. 

Tratadnos como tal.

Cuántas veces he escuchado lo de “lo barato, sale caro”. Así ha sido. El próximo que haga, será de la franquicia IRONMAN o CHALLENGE, sí, son caros, pero te aseguras que todo será perfecto.

Y digo próximo porque…¿habrá que hacer otro, no?





2 comentarios:

  1. Emocionante crónica Dani. Encantado de haberte conocido a pesar de las circunstancias... menuda odisea, menudo calvario.
    Enhorabuena Ironman (y ganando tu apuesta de 15h ja ja ). La verdad es que se habría agradecido que la organización hubiera arrojado un poco mas de "luz" sobre las características reales prueba. Lo de la Luz en todos los sentidos ;) Un Ironman sin duda entre los mas duros del mundo. Buen estreno el tuyo!

    PD: Entre tu y yo debimos dejar el bosque bonito de vomitonas.

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    1. Hey Jesús! Enhorabuena a ti también por tu 3er Ironman. Vaya paliza, la marededeu, mira que descarté estrenarme en Lanzarote por su dureza y resulta que este Iberman era peor, confirmado por muchos "Lanzarote finishers" al día siguiente. En fin, según han pasado los días se me ha ido pasando el cabreo y valoro mucho más el resultado. Ya estoy pensando en el próximo, jeje...

      Un saludo Tricamaleón, nos vemos echando la bilis por ahí en un Ironman de éstos... ;)

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