domingo, 7 de junio de 2015

10.000 DEL SOPLAO 2015

Ya aseguré el año pasado que esta cicloturista “Los 10.000 del Soplao” iba a ser una cita fija en mi calendario, pese a que las pasé canutas. Ahora, con la perspectiva del tiempo, puedo decir que fue la prueba más exigente del 2014, incluso más que el Ironman que hice 3 meses después.


Este año me dije que no me ocurriría lo mismo, no me presentaría a la línea de salida sin prepararlo adecuadamente.  Hice los deberes.
Los 10.000 del Soplao es una carrera dura, durísima. 227km, 5 puertos y +4500m de desnivel positivo. Es impresionante, apabullante, acojonante y otros cuantos “ante”.
Termino de convencer a Chema para que, al menos, ya que su entrenador no le deja acompañarme a la “clásica” (227km), haga la “cicloturista” (125km), y cuela. Salimos el viernes 5 de junio, llegamos a Cabezón de la Sal sobre las 20h, saludamos a los compis del tri La Sagra allí presentes, Fran, Luis, Carlitos y Paco, más familiares respectivos, recogemos dorsales, a cenar prontito y tratar de dormir algo, que tocará madrugar.



A las 7:30am ya estamos posicionados todos en el lugar acordado, que básicamente consistió en tratar de colarse en una zona delantera entre los 2.000 ciclistas que aguardaban la salida al ritmo del THUNDERSTRUCK de AC/DC. Pelos como escarpias mientras escucho a Angus rascar su guitarra al son de tan famosos acordes, nos hacemos hueco “uy, uy, perdona, que me cuelo, uy, uy…graciassss….” y ya estamos en el lío.

Se supone que el plan era ir los 6 juntos hasta la subida a las cuevas del Soplao, pero el plan dura exactamente 2 kilómetros. Fran y Chema se ponen a tirar como si les persiguiera un inspector de Hacienda, Carlitos y yo apretamos los dientes tratando de seguirles, Paco y Luis ya se han quedado atrás. Pues sí, empezamos bien. Hago un último intento por enganchar con Fran y Chema, pero me pican las piernas una barbaridad y el corazón va desbocado. Lo de Chema lo entiendo, hace la ruta corta y no tiene que reservar, Fran se supone que me iba a “ayudar” a bajar sustancialmente mi tiempo del año pasado, pero se ve que ha cambiado de opinión. Me digo que no son las sensaciones que quiero tener durante los siguientes 210 kilómetros, y aflojo. Me engancha Carlitos al poco y le digo que paso, que yo no pienso ir así, echando el hígado desde el kilómetro 15. Asiente y acordamos ir juntos hasta el avituallamiento del km.95, donde él se quedará a esperar a su padre, Paco. Pues me parece estupendo.

Cumplimos la rapidísima primera hora a ritmo de 34kmh, que ya está bien, mientras atravesamos la increíble ruta que nos lleva por Comillas y San Vicente de la Barquera, siempre bordeando el litoral cantábrico. Primera dificultad del día, la “tachuela” del alto de La Hayuela, sin más, facilito, y aquí empezamos a coincidir con una “diablilla” (triatleta perteneciente a los Diablillos de Rivas, aunque va con ropa del C.C. Rivas) y su entrenador, un tío ya entrado en años que va haciendo las subidas a plato, veremos si lo mantiene cuando la cosa se ponga seria, me digo.

Parada rápida en el primer avituallamiento y Carlitos y yo seguimos con buen ritmo, de momento la lluvia parece que nos respeta, aunque el día está gris y hay bastante niebla. En la ascensión a las cuevas del Soplao empieza lo bueno. Carlitos señala con el dedo hacia arriba, en dirección a unas “zetas” salvajes que va haciendo la carretera  y le confirmo:
“Sí, hasta allí tenemos que subir, y un poco más allá, no se ve por la niebla”
Siempre con cadencia y ritmo, “pimpampimpam”, alcanzamos la cima. Rápido chequeo a mi estado físico…”de puta madre”. Venga, seguimos. Tras la consiguiente bajada tocan un par de repechos que me dejan algo tocado hasta llegar al avituallamiento de Puentenansa, en el km. 95 anteriormente mencionado.

Mi intención es hacer parada rápida y seguir, dejando que Carlos espere a Paco, pero cuando estoy listo para salir aparece Paco…”joder, solo le hemos sacado 5 minutos, grande mi padre” exclama Carlos.

Pues sí, qué máquina el tío. Inmediatamente cambio el chip, más vale ir los tres juntos Dani que penar tú solo en Piedras Luengas y todo lo que queda después. Además tienes Ecotrimad en 6 días. Vas a pegarle un buen pellizco al tiempo que hiciste el año pasado, de todas formas. Así que de tranqui, y todos juntos en unión.

Reemprendemos la marcha y enfilamos hacia el coloso de la jornada, Piedras Luengas, más de 30km de puerto, 37 si cuentas el falso llano en subida continua desde que dejas atrás Puentenansa.
Nos enganchamos a un grupo de unos 10 componentes y le advierto a Carlitos que de ahí no nos despegan ni con agua caliente. De nuevo la diablilla y el viejo entrenador aparecen en nuestro camino, el tío sigue a plato, no me jodas.

Son casi 2 horas subiendo, cuando no llevamos ni la mitad Paco se pone nervioso y decide comandar el grupo, Carlitos me mira y le digo “retenle que queda mucho, Carlos”. Carlos tira para arriba y le baja los humos “Papá, haz caso a Dani que conoce el recorrido”. Paco se queja “joer, si tampoco es para tanto, ¿no?”.

Al poco llegamos a la zona de la presa, y Paco me mira, sonríe y dice “hostia, aquí empieza lo duro ¿no?” Sí, ya verás qué risa, amiguete. El grupo entonces se rompe, sálvese quien pueda, unos tiran para arriba, otros se quedan, nosotros en la mitad, en tierra de nadie. Sin padecer ni el 10% de lo que me aconteció el año pasado, esta zona me deja frito. Una vez terminan estos 4 ó 5 kms muy duros vuelve a suavizar, pero siguen quedando 10 kilómetros hasta la cima. Aquí paso el peor rato de todo el día, Carlos y Paco se escapan unos metros, aun teniéndoles siempre a la vista, me cuesta horrores mantener un ritmo constante para que no me suelten del todo, voy a tirones, pasándolo mal. Posiblemente he descuidado la alimentación en la subida, tan concentrado en no excederme en este larguísimo puerto,  y me está pasando factura.

Llego con el depósito en reserva a la cima, el del mazo asomando la cabeza por detrás de mi hombro, pero me lanzo a zampar todo lo que pillo en el avituallamiento, sandwiches, bollos de chocolate, 2 geles de golpe, naranjas, isotónico…una meadita adicional y a los 5 minutos estoy como nuevo, venga, vamos a darle cera en los 40 kilómetros de bajada que tocan.

Me tiro en plan salvaje y al poco he perdido a Carlos y Paco, bueno ya me pillarán, pienso. Sigo apretando y me engancho a un grupo de tres, vamos dándonos relevos un buen rato, la verdad es que quizá tomé algún riesgo más de lo debido, sin darme ningún susto, pero se me fue un poco de las manos, bajábamos muy rápido. Completada la bajada, en el llano dejo marchar a mis “escapados” y me quedo a esperar a mis compis. Le he metido un buen trozo, porque Carlos tarda en engancharme, y Paco aún un poco más.

Comenzamos el desfiladero de la Hermida (espectaculaaaaaaar), nos rebasa un grupo numeroso y nuevamente nos volvemos a enganchar, velocidades por encima de 40kmh, últimas alegrías antes de comenzar la parte final del infierno, los tres collados que terminarán de rematarnos.
Para empezar, Collado de Hoz, no lo recordaba tan duro. Y encima empieza a llover. Hombre, nuestra amiga la triatleta y el abuelo del plato de nuevo. Carlos charla con ella, pero la chica no está para mucha conversación, ya va frita.

Lluvia fina pero constante, “calaciclistasbobos”, pero ahí seguimos dándole a la biela, compadre. Durísimos primeros 6 kilómetros, una bajadita de menos de 1km y a por otros 5 más para arriba.
Bajamos con mucha precaución ya, muchísimo frío en el descenso y a por el segundo, collado de Ozalba. Mas cortito, 6 kilómetros. Bromeo con uno del MTB Cabezón, Víctor Díaz, lleva impreso su nombre en la bicicleta “Vaya carita que llevas, Víctor Díaz”. Sonríe forzadamente y responde “Como todos ya, me temo”. Charlamos un rato mientras subimos y comenta que le gusta mucho mi bici, mi MEKK “Átómica”. Pone cara de sorpresa cuando le digo lo que me costó,  “joer, qué chollo”. Mucho frío de nuevo en la bajada. Aquí estoy tentado de tirar para adelante e intentar soltar a mis compañeros de ruta, pero definitivamente no merece la pena arriesgar bajando en plan kamikaze ¿para qué? ¿Para entrar 3 minutos por delante? No seas cutre Daniel, llevas todo el día con ellos, hemos sufrido juntos, hemos reído juntos, que también ha habido momentos para las risas, sobre todo bromeando con “el hombre del plato” (jolagranputa, sobrao). Llegaremos juntos.
De nuevo en Puentenansa nos preparamos para atacar la última dificultad del día, Collada de Carmona. Antes rapidísima parada para reponer agua y echar la última micción en ruta.

Últimos 6kms, eternos, larguísimos, antes de coronar bajo una intensa lluvia y niebla. Unos pocos voluntarios nos felicitan en la cima. ¡Enhorabuena, ya lo tenéis, venga!
Paco vuelve a insistir “entramos juntos, ¿no?” Que sí, que sí.
5 kilómetros finales y nos engancha “El Aitite Korta” (el abuelo Korta), según reza en su dorsal, un vasquito que ya no cumple los 55, por lo menos, yo diría que más de 60.
“Me ha costado pillaros, venga vamos a darle”. Y se pone a tirar en plan salvaje. Yo entro al trapo y le voy dando relevos, voy de puta madre, Carlos da igualmente alguno, Paco va frito. Pues nada, aitite Korta, tira “p’alante”, campeón, que nosotros nos quedamos.
Entramos en Cabezón de la Sal con Carlos gritando “Vaaaaaamosssss, vaaaamosssss”.
Queríamos bajar de 11 horas y lo haremos incluso por debajo de 10h40. Genial.
Zona de vallas, últimos metros con la piel de gallina y por megafonía anuncian…
“Y aquí llegan Daniel Fonseca, Carlos Rodríguez y Francisco Rodríguez…”
Guaaaauuuu, impresionante, qué sensación de satisfacción, qué guapo.
Fran nos ve entrar, y me levanta el pulgar, ya duchado, ha bajado de 9h, fijo (Sí).
Nos bajamos de la bici y me abrazo con mis compañeros de ruta. Fantástico, qué sonrisa tenemos los tres.
Fotitos, saludos a familiares y amigos, cerveza y comida, comentarios de la jugada. Vamos, lo típico.



El año que viene volvemos, a bajar de las 10h, seguro.

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