Ciencia ficción.
Eso es lo que me parecía bajar de 1h30 en la Behobia hace un par de años.
Estaba tan, tan lejos, que ni me lo
planteaba, si algún año bajaba de 1h40 (lo conseguí el año pasado) ya sería todo
un logro, así que ¿1h30?...nada, una locura, eso era para Rober y para los “pros”.
Y en esto llegó
el triatlón a mi vida, baby.
En este primer
año de triatlón he aprendido a derribar todo tipo de barreras, físicas y mentales. No vuelvas a
decir “no, no puedo”, ni siquiera lo pienses, únicamente visualiza el objetivo,
entrena y trata de darlo todo, porque seguramente lo conseguirás. De modo que a
partir de ahora, prometo que ya nunca volveré a decir eso de “no está a mi
alcance”. No he dejado de ser humilde, pero ya no tiraré de tópicos de falsa
modestia, simplemente agacharé la cabeza, interiorizaré la meta y trataré de
alcanzarla.
He bajado de 1h30
en la Behobia. Después de esto todo es posible. Seguramente el año que viene
haré 1h27, o a lo mejor bajo de 1h25, pero ya no me causará tanta sorpresa y
alegría como haber bajado de 1h30. Correr por debajo de 4’30’’/km durante 20K (con
la climatología y el perfil de esta prueba) es ir muy rápido, cualquier
corredor popular puede decírtelo. Ya está, ya lo he conseguido, soy un corredor
rápido. ¿Qué hay gente que corre aún más rápido, dices? Bien por ellos, no
sabes cómo les admiro.
He bajado de 1h30
en la Behobia, y estoy más satisfecho que habiendo terminado el Ironman, porque
allí no pude darlo todo y las sensaciones fueron horrorosas la mayor parte del
tiempo. Aquí me sentí pletórico desde el principio, era pura concentración y
determinación, todo fuerza y entrega. Fue, simplemente, la carrera perfecta, mi carrera perfecta. La
había soñado así la noche anterior, y así salió, perfecta.
Venga, vamos con
la CRÓNICA.
Sábado 9 de
noviembre, víspera de la carrera. Llueve a mares en San Sebastián (qué raro). Y
allí estamos Iker y yo de camino a la Feria del Corredor situada en el
velódromo de Anoeta para recoger los dorsales.
La Feria siempre
me provoca una extraña sensación, se me hace un nudo en el estómago mitad
emoción, mitad puro “canguelo”. Así es año tras año. Hay mucha gente, pero sin
el agobio de otras veces.
Vamos “a tiro
hecho”, repitiendo el ritual de cada edición, primero recoger dorsal, luego
camiseta y bolsa del corredor, para finalizar dando una vuelta por los puestos
a ver “si cae algo”. En la caseta de la marca IRONMAN tengo que reprimirme para
no comprarme todo, así que mejor no me compro nada. Únicamente me hago con un
gel de carbohidratos para usarlo durante la carrera, e Iker compra un gel frío
de esos para masajear las piernas tras la carrera.
Sin tiempo que
perder recogemos a “las niñas” y a cenar prontito a un italiano, que a las
20.30h ya ha colgado el cartel de “COMPLETO”. Por lo visto no hay mesa en ningún
restaurante de pasta desde hace un mes, por qué será…
El sitio está a
reventar, mucho catalán en la sala, y es que por lo visto vienen más de 4.000
desde aquellas tierras. Pues nada, a ponerse fino de pasta, que es lo que toca.
Ración gigante de tagliatelle con ajo y gambas, entrantes varios y hasta me
permito el lujo de pedirme una cerveza, hay que relajar nervios con algo de
alcohol. Iker no, él sigue su estricto régimen asceta poco dado a los placeres
terrenales en la fase previa a la carrera. Tranqui, ya me pido yo otra por ti,
don’t worry Iker.
Largo paseo de
vuelta desde el centro hasta Amara para bajar la cena y a tratar de dormir un
poco.
Otros años no he
dormido nada, absolutamente nada. Esta vez sé que dormiré sin problemas. Has hecho
un Ironman macho, así que una “pruebilla” de 20K no te va a poner nervioso, ¿a
qué no? Efectivamente, no problem, me meto en la cama a las 23h, leo un rato la
revista de la Behobia de este año y duermo a las 7:30 casi del tirón (un par de
meadillas de nada de por medio).
A las 8am aparece
Iker por casa, desayunamos y comenzamos mi plan estructurado de “doping” para la
carrera (no asustarse, solo se trataba de sobres de bebida con carbohidratos y
cafeína para ir espabilando al cuerpo). Una toma ahora y otra ya allí, 45min
antes de la salida. Como leí que decía Josef Ajram por ahí, resulta que
efectivamente entre alimentarse únicamente a base de spaguetti, y doparse, hay
todo un mundo entre medias.
Hemos quedado con
Isma y un amigo suyo de Bilbao en el Eusko Tren-alias “Topo” a las 8.30h en
Anoeta. Cogeremos el tren directo sin paradas que nos dejará en Irún cerca de
la salida. Afortunadamente , pese a ir los vagones llenos, este año se puede
respirar, han puesto más trenes, con más frecuencia y se nota, vaya que si se
nota. En el trayecto decidimos que finalmente yo saldré solo, con los del color
de mi dorsal, los de ROJO. Isma, pese a tener dorsal VERDE (cuasi-pro), saldrá
más tarde con Iker, que lleva AZUL, y le hará de “liebre”. El colega de Isma,
de NARANJA, irá a lo suyo también. Pues nada, todo decidido, yo buscaré a las “liebres”
oficiales y trataré de pegarme al que marque 1h30.
Este año han
adelantado las salidas una hora, de modo que los primeros salen a las 10 de la
mañana. Mejor, así terminamos antes y no hay tanto agobio para llegar al
restaurante a una hora decente.
Yo seré el
primero en salir, así que tras ingerir la segunda toma del brebaje “dopante” me
despido de los chicos, les deseo suerte y me voy a calentar un poco. No llueve
pero el cielo está completamente cerrado y hace un viento huracanado, mucho,
mucho viento, y parece que nos va a acompañar durante toda la prueba. Troto
cochineramente pero estoy ya bastante nervioso, temo no localizar a la “liebre”
y arruinar mis posibilidades de bajar de 1h30, así que con mucho tiempo busco
sitio en el cajón de los del dorsal ROJO.
No veo a la
liebre, joder, qué mierda, un poco por delante veo al de 1h25. Ése ni de coña,
como lo intente seguir me revienta. Ya es bastante osado intentar rebajar mi
marca 10 minutos (el año pasado hice 1h39), como para intentar bajar 15. Mejor
lo dejo para el año que viene. Finalmente aparece la liebre del 1h30, pero por detrás
de mí, así que retraso mi posición hasta llegar a su altura. No me resisto a
preguntarle, soy un novato en esto de seguir liebres, así que le hago prometer
por sus hijos que hará el 1h29 (y algo) que se le supone. Se ríe y me mira con
autosuficiencia, así que me dice, “mira Pequeño Saltamontes mi tiempo está por
debajo de 1h20, así que tranquilo, pégate a mi culo y trata de seguirme”. Ahora
sí, te creo, gracias.
Sinceramente a
priori veía complicado hacer el 1h29 que me había marcado como objetivo. Bajar
10 minutos de golpe y porrazo se antojaba complicado, pero bueno, había que
intentarlo, si me quedaba cerca, entre 1h30 y 1h32 tampoco me iba a rasgar las
vestiduras, seguiría siendo un tiempazo, de manera que tenía cierto margen en
caso de que el ritmo impuesto por la liebre fuera excesivo.
Nos reunimos un
grupo de unos 15-20 corredores alrededor de la liebre, “¿estáis preparados
chicos?”, nos pregunta. Lo estamos,
venga, preparados, listos, YA.
Mucha
aglomeración en la salida, tengo que ir esquivando gente saltando de un lado a
otro. KM1 a 4:45, más lento del ritmo objetivo de 4:30, la liebre me consulta, le
canto el parcial y me dice “bueno, es que hay mucha gente, pronto se despejará
y recuperaremos…”. KM2 a 4:35, ya vamos cogiendo el ritmo y se van viendo
huecos entre la muchedumbre. Estamos en el centro de Irún y hay mucha
animación. Empiezo a tener calor y me bajo los manguitos de los brazos, ya
sobran. Salida de Irún por Ventas, tramo en subida, KM3 a 4:38, sigo pegado a
la liebre, que me pregunta que qué tal voy, “bien, bien, tú dale”. Ahora tocan
pequeños toboganes y luego habrá una fuerte bajada antes de llegar al KM5 y
empezar a subir la primera pared, Gaintxurizketa. KM4 a 4:25, comenzamos a
recuperar algo de tiempo, ya que nos hemos dejado unos 30segs en los primeros
3km. En la bajada del 4 al 5 los recuperamos todos de golpe, paso por el KM5 en
22:17 totales y 3:54 de parcial. Ya vamos por debajo del objetivo, BIEN.
A partir de aquí
toca sufrir, sé que me costará seguir a la liebre, el tema será controlar cuánta
distancia me sacará y si seré capaz de recuperarla. KM6 en 4:15 y primeras
rampas de Gaintxurizketa, la liebre que se empieza a ir y no puedo aguantar el
ritmo. Bueno, don’t panic, haya calma, esto es muy largo, tú a lo tuyo. La
subida se acentúa, paso por el KM7 en 4:52, cojo agua por 1a vez, la liebre me
lleva unos 50m, todo bajo control, no voy a cebarme ahora y pagarlo después,
mientras que le tenga a la vista no hay por qué ponerse nervioso. KM8 en 4:57 y
ya queda poco para terminar estos 2km de subida.
Sigo teniendo
controlada la situación, son unos 80m respecto a la liebre, nada grave.
Comenzamos a bajar, me noto fuerte, recupero rápidamente una respiración “normal”
después de los 2km de subida y voy alargando la zancada, paso por el KM9 en
4:26, ya en los llamados toboganes de Lezo. Ya estamos en mitad de carrera,
KM10 en 45:06, parcial 4:17 y sigo notándome bien, fuerte bajada y entramos ya
en la población de Lezo. En el avituallamiento paro, me tomo el gel, que me
entra como el culo, es muy pastoso y horriblemente dulce, sabor manzana. Casi
echo el hígado, y éste es mi momento de mayor tensión. No me ha sentado nada
bien, y con el parón la liebre se va más de 100m. Ahora toca esforzarse Dani,
KM11 en 4:31. Saliendo de Lezo hay otra bajada antes de entrar en el puerto de
Pasajes, así que aquí lo doy todo y trato de alcanzar a la liebre, paso por el
KM12 en 4:13 y ya casi les pillo. Entramos en el puerto ya, alcanzo finalmente
a la liebre que me dice “ya estás de vuelta, grandullón”, y se ríe. Comienza a
llover levemente, así que al viento que no nos ha abandonado en todo el
trayecto se suma ahora la lluvia, pero son apenas 5-10 minutos, luego para.
Saludo a José y a
Mertxe, sabía por dónde se pondrían y me dan ánimos, este año no me hacen falta
porque estoy a tope, pero siempre se agradecen, como los del resto de la
muchísima gente que sigue la carrera, qué mérito tienen, ¡¡cómo animan!! Estamos
en el KM13 que pasamos a 4:24, esta vez el puerto se me hace mucho menos duro, otros
años aquí es donde la cagaba, aquí me hundía pese a ser todo llano, pero este
año es totalmente diferente. Sin descanso ya estamos en el KM14, que hacemos en
4:40, y después llega el KM15, a 4:30 clavados. Casi sin pensarlo hemos girado
a la derecha para llegar a Trinxerpe y hemos acabado el puerto. Pierdo la marca
del KM16 y luego la del KM17, pero es que empieza la fuerte subida a Mirakruz y
voy con la vista clavada en el suelo y mis cincos sentidos concentrados en no
desfallecer en este último obstáculo.
Es sólo un
kilómetro, pero sabes Dani que te puede dejar tocado. La liebre se volverá a
escapar, pero luego tendrás 2km de bajada hasta la meta para recuperar.
Efectivamente
nada más empezar a subir la liebre aprieta de nuevo y no puedo aguantar el
ritmo. Va abriendo distancia rápido y por primera vez dudo y creo que esta vez
no voy a poder recuperarle el terreno perdido. Bueno, aún así el tiempo no
subirá de 1h30, no llegará a 1h31, pienso. Pero al coronar y llegar a Arzak ya sabes
que queda lo más fácil y que la bajada hasta la meta es bastante pronunciada,
así que toca vaciarse. Voy rapidísimo, adelantando a muchísima
gente que ha quedado jodida tras Mirakruz. Marca del KM18 en 13:46 para 3km,
total 1h21’15’’. Tengo 8:45 para hacer dos kilómetros, así que se puede hacer,
a 4:22 cada uno de ellos, y son en bajada menos unos 300m de ligera subida en
la avenida de Navarra, pero con el subidón final seguro que lo consigo.
Sigo adelantando
a corredores, muchos, muchos, ahora en bajada y con el corazón en la boca
cuesta pedir paso “PISTAAAAA, qué voyyyyyy”. Al fondo ya se ve el mar
enfurecido por el viento en la playa de la Zurriola. Giro a la izquierda y
recta final, como kilómetro y medio…y ¡¡viento de cara brutal!! Joder no me
jodas, esto es el huracán Pakito, por lo menos. Para huracán yo, me calo la
visera hasta las cejas, ya que ha estado a punto de volarse un par de veces,
aprieto las dientes y grito de rabia “aaaaaarrrgghh, vaaaaamossss Daaaani….”
Hay MILES de personas en esta recta, también rugen, es increíble como te
llevan, la piel de gallina, en esto cae el KM19 en 4:28, para un total de 1h25’43’’,
algo más de 4:15 segundos me quedan para hacer el último kilómetro, tengo que
seguir corriendo, y ¡mucho!
Cruzo el puente
sobre el río y últimos 300m, aquí ya voy desbocado, son los 300m más horrorosos
a nivel de técnica de carrera de mi vida, voy cabeceando de lado a lado,
braceando descontrolado y las piernas ya arden de dolor, pero el chute de
adrenalina es aún más fuerte que el dolor. Tengo a la liebre a tiro, él ha
aflojado al final, va sobrado de tiempo y, claro, tampoco puede entrar mucho
más rápido de su objetivo o quema a la gente.
Últimos 100m,
aflojo yo también porque lo tengo hecho, aún así atropello a un buen señor que
me propina un empujón según paso. Pues sí, me lo merezco, “ya lo siento, jefe”.
Paso por el arco de meta a la vez que la liebre, paro el crono.
1h29min39segs.
Último kilómetro en 3:56.
Joder. Qué
fuerte. Increíble.
Pido disculpas al
“atropellado”, que las acepta y le doy la mano y un millón de gracias a la
liebre. “Al final lo has logrado grandullón”, me dice.
Sí, lo he
logrado. Qué fuerte. ¿Puedo llorar ya? ¿Sí? Pues nada, lloro. Lloro y grito,
grito y lloro, nadie dice nada, nadie se sorprende, todos saben de qué va el
tema.
Me dirijo a la
plaza de Okendo, donde he quedado con Ruth y el resto de la gente, y por
supuesto con Iker e Isma. Este año han instalado una carpa gigante con mucha
comida y bebida, está fenomenal. Llega Ruth, le cuento atropelladamente mi
hazaña mientras como y bebo. Van llegando el resto de “espectadores”, Xilbi,
Luismi, Naia, Lorea y “Ortiz”. Han estado siguiendo la carrera con una
aplicación del móvil que estima tu localización en un mapa en función de los
pasos intermedios que mide tu chip, alucinante. Saben hasta mi tiempo en meta
de forma inmediata, muy guapo.
Finalmente también
aparecen Iker e Isma. Ya suponía que tendría que esforzarme para que no me
ganaran, sabía que bajarían bastante de la 1h35 que se marcaban como objetivo
inicial, a poquito que Isma apretara un poco. Al final paran el crono en 1h32,
que por supuesto también es un tiempazo. Iker comenta sorprendido lo cómodo que
ha corrido siguiendo el ritmo y las indicaciones que marcaba Isma, todo un
profesional en esto de correr. Se le nota contento, como para no estarlo. Le
abrazo y nos felicitamos mutuamente, hemos hecho un carrerón ambos. Para Isma
no deja de ser un buen entrenamiento de cara a la media maratón que correrá en
tres semanas, que es un verdadero objetivo, él ha corrido sobrado esta Behobia,
teniendo en cuenta que su mejor tiempo es 1h12, aunque ahora debe estar sobre
1h20, más o menos.
Pues nada, ¡todos
contentos!, a ducharnos y a comer, toca ya dar rienda suelta a nuestra gula y olvidarnos
de dietas y restricciones de alcohol, hay que celebrarlo por todo lo alto.
Mientras el resto
toma algo por el centro de Donosti, Iker y yo marchamos para Amara a ducharnos,
nos veremos luego en el restaurante. Vamos hablando aceleradamente, sin parar
de comentar esta y aquella anécdota, describiendo cada minuto de nuestras
respectivas carreras, cada respiración, cada paso. Estamos como en una nube,
medio drogados de este subidón de satisfacción que es conseguir lo que uno se
ha propuesto. Ya estamos planeando la edición del año que viene. Iker irá a por
la 1h30 y yo…pues ya veré, lo mismo le hago de liebre, bajar dos o tres minutos
más no me va a motivar tanto como ayudarle a conseguir su objetivo. También
habrá que ver cómo estoy de forma el año que viene, tampoco vamos a pasarnos de
chulito, pero vamos, si todo sigue su curso y sigo entrenando y compitiendo como
en éste, es posible que esté incluso mucho mejor de lo que estoy ahora.
Y Luismi que se
prepare, porque el año que viene tiene que correrla, ya decidiremos entre Iker
y yo que tiempo máximo le ponemos como objetivo, tampoco le vamos a dejar completarla
andando ¿no?
Hasta el año que
viene, querida BehobiaSS. Nos volveremos a ver el año que viene, en la
celebración del 50 aniversario. Qué gran carrera es la Behobia-San Sebastián,
coño. Es la carrera perfecta, mi carrera perfecta.
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