Pongo fin a otra larguísima temporada repitiendo con la
maratón de San Sebastián.
Cada vez me gusta más esta distancia, sobre la prueba y la
localización poco tengo que añadir, sabiendo que es mi ciudad preferida del
mundo mundial.
Sí, me flipa el triatlón, de eso tampoco cabe duda, pero yo
empecé en esto corriendo, y de todas las distancias “populares” definitivamente
me quedo con la maratón.
Los 5K-10K son terriblemente agónicos, la muerte para mi
corazón diésel, aunque el 10K me mola bastante. Son pruebas muy cortas y pese a
que quiero morir pasados los 5 minutos desde el inicio al final me acabo
quedando con ganas de más…
Los 21K también he logrado disfrutarlos, y aunque correr
hora y medio en puro anaeróbico puede llegar a ser muy duro…siempre acabo con la
sensación de faltarme algo más de “chicha”. Será que no me aprieto lo
suficiente, no digo que no.
Con la MARATÓN, no me falta nada, ni tampoco me sobra,
porque la maratón tiene que ser así, larguísima y eterna, difícil de gestionar,
agotadora y estresante a nivel mental, siempre en el alambre guardando el
equilibrio entre ritmo y pulso durante, en mi caso, más de 3h. Todo un tobogán
de sensaciones desde el “parece que voy parao, voy a apretar” al “voy como un
toro, este año reviento el crono”, para desembocar en el clásico
“madredediosbendito esta mierda cuándo se acaba”.
No sé si fue el amigo Juanma-Chiquichurri u otra persona el
que se preguntaba si era más duro un Ironman o el maratón. Yo dije que el
Ironman, pero ahora tengo mis dudas. Prueba a “cascarte” una maratón a
“tu-puto-tope”, como yo este domingo, y luego me cuentas…
Hoy escribo este post cuando en realidad lo que quiero es
morirme. Tengo unos dolores terribles en todo el cuerpo. Lo de las piernas era
previsible, zona lumbar pues lo típico, pero no entiendo lo de los hombros o
trapecios, increíble también las agujetas que tengo en los brazos, la muerte.
Y qué me dices de la sonrisa tonta que tengo dibujada en la
cara, ¿eh? Esa sonrisa compensa con creces TONELADAS de agujetas y dolores
articulares varios.
Estas últimas semanas he leído en varios sitios una mítica
reseña de Emil Zatopek, “la locomotora humana”. El amigo Emil decía que:
“Si quieres correr
rápido corre una milla, si quieres que te cambie la vida corre un maratón”.
Parece exagerado, ¿verdad?
No lo es.
El maratón pone a prueba tu resistencia física y mental como
ninguna otra cosa en el mundo. Al menos ninguna otra cosa que decidas hacer de
forma VOLUNTARIA, es una tortura legal por el módico precio de 50-60 euros. Te puede reventar física y mentalmente, pero como consigas superarlo...¡ay, amigo!
Pues bien, mi tortura ayer fue de lo más gratificante. No
salió perfecto, pocas veces sucede, sobre todo en pruebas de esta duración,
pero se le acercó bastante. Para el tiempo dedicado a preparar
“específicamente” la prueba, que fue poco, y los pequeños problemillas de las
últimas semanas (caída de moto a 2 semanas vista), no le puedo pedir más, no me
puedo pedir más.
Como siempre el objetivo era ambicioso, bajar de 3h20,
aunque poco realista, pocos kilómetros acumulados teniendo en cuenta mi
historial con las lesiones, a lo que sumamos el infortunio de la caída de moto
anteriormente comentada.
En fin, parece que ya me estoy excusando y nada más lejos de
la realidad. Como comenté un par de días antes de la carrera con Carlos
Pedrosa, mi preparador para esta maratón, estaba como estaba y llegaba a la
carrera como llegaba, y daría todo lo que tuviera dentro para sacar el mejor
resultado posible en esas circunstancias. En realidad es bastante estúpido,
pese a que lo hacemos todos, el aventurar una marca específica en cualquier
carrera. No hay 2 carreras iguales, ni siquiera en la misma prueba, está la
climatología, tu estado de forma, la alimentación e hidratación previa…muchas
variables que determinarán el resultado final. Tu obligación es intentar tener
bajo control la mayoría de ellas, pero aun así el resultado es imprevisible. Y
en una maratón, MÁS.
El caso es que yo salí a por el 3h20, tenía un plan y lo fui
ejecutando sin desviarme del guión buena parte de la prueba, y cuando el guión
se fue desviando de lo establecido…pues simplemente me adapté, sin volverme
loco ni desanimarme.
La primera media maratón fue, yo diría, extremadamente
sencilla. Seguía los consejos de Carlos, correr siempre en mi rango de
pulsaciones, y además me grabé a fuego el método de Don Fink, el famoso
“16-16-10”. Los 16 primeros kilómetros de RELAJACIÓN, no emocionarse ni subir
el ritmo previsto aunque tus sensaciones inviten a ello.
Después vienen otros 16 kilómetros de CONCENTRACIÓN, ya no
irás tan cómodo y has de intentar seguir clavando los parciales.
Finalmente te
quedarán los últimos 10 kilómetros de COMPETICIÓN, si aún tienes algo dentro es
momento de sacarlo, y si no hay más te tocará luchar contra tus piernas y tu
cerebro para mantener el tipo como sea.
Las dos primeras partes las ejecuté a la perfección,
clavando los parciales previsto en 10K y 21K, comenzaba la 2ª vuelta y me veía
mejor que bien.
El año pasado ya en el km 22 noté un bajón de ritmo, pero
esta vez seguí cuasi-clavando los parciales hasta el 30, como un reloj. Un
breve despiste con el 3er gel, que retrasé hasta el 26 en lugar del 24
posiblemente me hizo perder algo de fuelle en este tramo medio. El objetivo
3h20 se esfumaba y pasábamos al siguiente, 3h25.
Entre el 30 y el 35 sigo luchando por no perder mucho ritmo,
trago el último gel (ni un problema de estómago, ¿habré encontrado por fin la
marca adecuada de geles?) y me dispongo
a sufrir para el tramo final.
Km.32, túnel del Pico del Loro que separa la Concha y
Ondarreta, entramos en la fase de COMPETICIÓN. He pasado de ir a 4:45 como un
reloj a sufrir para aguantar por debajo de 5:00, hago cálculos rápidamente y en
10 kilómetros que faltan eso supone 2 minutos y medio, sigo en tiempo de sobra
para 3h25.
Lo que no contaba es con pegarme “con una pared” en el 36.
Todo el mundo habla del famoso MURO psicológico de la maratón, que suele
situarse entre el 30 y el 35. A mí me llegó un poco después.
En el 36 inexplicamente “dejo de ir” y paso a unos
peligrosos 5:20s/km. El corazón y la cabeza quieren pero las piernas dicen “de
que no”. Vuelvo a achacarlo a haber retrasado el gel anterior y trago saliva
para pasar el mal rato. Las piernas duelen una barbaridad de repente, el tío
del mazo estaba ahí “agazapao” y me ha soltado un sartenazo del que veremos si
me recupero…
La vuelta por la avenida de Zumalacárregui se me hace eterna
y para colmo empiezan los amagos de calambres casi en el mismo punto del año
anterior.
Mierda puta, se me acelera el corazón y aparece el sudor
frío, hiperventilo un poco pero no dejo de correr, aflojo a propósito en la
subida del túnel, lo salvo sin calambres y me digo que desde ahí son 4
kilómetros “cuesta abajo” (mentira cochina, obvio).
Dice Carlos que ese bajón posiblemente me vino por la falta
de kilómetros, pues qué le vamos a hacer, lo importante es que seguí luchando y
no me vine abajo. El empuje de la gente, con muchos compis de equipo también
animándome, da alas y sacas fuerzas de donde no hay. Ya se sabe que soy un poco
“lloriqui” y me cuesta horrores no emocionarme. Enfilo calle Easo y poco más de
dos kilómetros para meta. Toca chocar las manos de los niños y agradecer el
apoyo del público devolviéndoles los aplausos.
No paro de repetirme “Vamos Dani, vamos Dani, no pienses,
corre, corre, corre y solamente corre”. Dolor de piernas rozando ya lo
insoportable, las rodillas ya a duras penas sujetan “lo de arriba”.
Paso del reloj, ya lo miraré entrando al estadio.
Choco manos con Xabi, del AtSS, que me jalea al girar en
dirección a Anoeta, soy un tío feliz, me estoy marcando un carrerón.
Dando la vuelta exterior al estadio por fin miro el crono,
justo marca 3h25.
Vaya por Dios…
¿Decepción?
EN ABSOLUTO.
Sigo apretando todo lo que puedo, en la vuelta a la pista de
atletismo aun doy cuenta de un buen puñado de marathoners, sin que me adelante
nadie a su vez.
CARRERÓN.
3:27:14, a
4:55/km, rascándole 4 minutos, esto es 5segs/km, a la marca del año pasado. No está nada mal para un trailer de 90 kilitos…
CONCLUSIÓN: Esta ha sido, posiblemente, mi mejor carrera
hasta la fecha. La Behobia 2013 fue excelente, dije entonces que había hecho la
“carrera perfecta”. Aun hoy sigo pensando que fue así. Aquella fue mi carrera
perfecta, pero la de ayer fue MI MEJOR CARRERA:
-
Porque lo di todo, absolutamente.
-
Porque la ejecuté sin ayuda, sin liebres.
-
Porque con los problemillas previos la cosa no
pintaba bien del todo, lo razonable hubiera sido incluso no correr.
Por todo ello, me vais a permitir que siga con mi sonrisilla una semanita más, incluso dos.
Cierro “el chiringuito” hasta el año que viene, por cierto.
Toca descansar y coger fuerzas para un 2.017 que…tiene muy buena pinta.