domingo, 8 de noviembre de 2015

B/SS 2015: CORRER SÍ, PERO CON CABEZA

Sin querer ser para nada alarmista, ni sentar cátedra en esto, no soy nadie para hacerlo, quiero comenzar con un mensaje para concienciar al personal lector:

CORRER 20KM NO ES NINGUNA TONTERÍA.

Es una distancia seria, y si a eso le sumas un perfil de carrera duro y una climatología adversa, te puedes encontrar con lo contrario a lo que buscas. Para muchos la Behobia es un día para disfrutar, puede ser el reto de año o una carrera más en la temporada, pero ha de ser una fiesta del running, lo que no tiene que ser en ningún caso es la última carrera de tu vida.

Nuevamente la Behobia/SS se ha cobrado una víctima, otro chaval que se deja la vida disputándola. Puede ser casualidad o causalidad, no tengo la información suficiente, a lo mejor era su día, tenía algún tipo de problema cardiaco desconocido y el sobreesfuerzo y los casi 30 grados de calor con los que se disputó la prueba hicieron el resto. Lo que no es casual, otra vez, son los más de 400 atendidos, no sé cuántos hospitalizados y cinco corredores en la UVI. Y es que la gente es la polla, así, sin rodeos. Queda muy bien escribir en las RRSS que uno cuando se pone un dorsal se entrega “a muerte” o que “antes muerto que #DNF” (Did Not Finish). Pero no, “a muerte” y “muerto” son solo una manera de hablar y servidor no está dispuesto a llevarlo al pie de la letra.

Toda la semana llevaban avisando desde la Organización que sería un día duro, que se prestara especial atención a la hidratación en los días previos y durante la prueba, que no se forzara en exceso y que nos olvidáramos de marcas y de batir records personales. Y a pesar de ello otra vez el hospital acabó lleno de corredores.

Yo bien, gracias.

Bien gracias porque no quise acabar en el hospital, porque al tercer corredor que vi desplomarse delante de mis narices me dije a mí mismo que no, que pasaba de seguir el mismo camino. Levanté el pie del acelerador, me olvidé de batir mi marca y me dediqué a disfrutar del resto de la prueba. Me quedaban aún 10km cuando decidí aflojar y había muchas manos de niños que chocar, muchos corredores catalanes con sus esteladas a los que “picar” un poco al grito de “Arriba España, chavales” y muchas sonrisas y eskerrikaskos que dedicar a este público increíble que acude en masa para animarte,  en lo que tiene que ser un día grande en Guipúzcoa, en el País Vasco y en toda España. La Behobia es la MEJOR CARRERA POPULAR del país con diferencia, de aquí a la Luna con la siguiente. Y a pesar de ello comienza a crearse una leyenda negra alrededor de ella, tres muertos en las últimas 6 ediciones. Ya digo que posiblemente sea simple estadística, desconozco cuál es el ratio (fallecidos x número de participantes), pero está claro que es más probable que suceda en una carrera de 30.000 corredores que en una de 2.000 únicamente.

Y ya, esta ha sido mi reflexión sobre lo acaecido el domingo en mi prueba preferida. A pesar de todo La Behobia seguirá siendo mi carrera favorita, y siempre que pueda estaré en la línea de salida, unas veces para competir y otras veces con el objetivo de únicamente terminarla. Pero siempre disfrutándola, y nunca arriesgando hasta el punto de poner en peligro mi vida. Hasta ahí podíamos llegar.

 Ahora vamos con la crónica, ¿os parece?

Domingo 8 de noviembre. A las 8:30am cogemos “el Topo” Luismi y yo camino de Irún-Ficoba. Finalmente Iker, en primer lugar, y luego Isma, se han “rajado” y no disputarán la carrera alegando “lesioncitas” y “catarritos”. Vaya par de “mataos”.

En el Topo, atestado de corredores, un hijo de mala madre decide aliviar sus “malos aires” y deja el vagón en cuarentena, Dios le corresponda con una mala diarrea en plena carrera por su desahogo, cagüensusmuelas…

Al llegar a Irún, frontera con Francia, rápido nos subimos en un autobús que nos dejará cerca de la salida, en la parte francesa de “Béhobie”. Cruzamos a pie el puente sobre el Bidasoa que hace de frontera y ya estamos de nuevo en España.

Hace un calor de mil demonios, son las 9am y estamos a 24 grados, y a eso le sumamos el viento sur. No, efectivamente, parece que no va a ser día para grandes marcas. Pese a todo aún me mantengo en mi idea de seguir a la liebre de 1h30 hasta el km. 10…y luego ya veremos.

Terminamos de prepararnos Luismi y yo, fotito al canto y abrazote de despedida, yo me marcho a calentar un poco y a buscar mi grupo de salida, dorsales rojos con salida a las 10:17am.



Tras trotar un poco, busco ya rápidamente posicionar en mi grupo y buscar a la liebre, a la vez que trato de localizar a Jorge Illán, un conocido de Madrid que sale en el mismo grupo, aunque me temo que entre los más de  4.000-5.000 que salen en dicho grupo va a ser misión imposible.

Mientras se acerca la hora de la salida me distraigo mirando el culo a las chicas. Sí, qué pasa, les miro el culo, ¿algún problema?

Hace calor y la gente va con poca ropa, mucho “top” ceñido y braguitas running apretadas. Bien, muy bien. En especial las francesitas, mucha Sylvie y Stephanie con tipazo mientras tarareo distraído el “En blanco y negro” de Barricada, que suena atronador por los altavoces:

SÓLO QUIERO SER MÁS RÁPIDO QUE ELLOS, ECHAR TODO A PERDER, UN DÍA TRAS OTRO…

“Minutu bat” para la salida, canta el speaker. ¿Un minuto? ¿Ya? Joer cómo pasa el tiempo.

Goazen! (Vamos!) y ya estamos corriendo. La piel de gallina una vez más de pura emoción cuando atravieso el arco de salida y suena el bib, bip, bip de los chips al pisar la alfombra dispuesta para ello.

Me he despistado un poco con las francesitas y los Barricada y tengo a la liebre un pelín lejos, kilómetro 1 a 4:43, bueno venga, bien, seguimos.

Me muero de calor ya (y pensar que quise traerme los manguitos…), paso por el km 2 en 4:42 (vas palmando ya 25segs con respecto al ritmo objetivo Dani, tenlo en cuenta). El avituallamiento me pilla en el lado contrario, pero no me lo puedo saltar, aflojo y me cruzo para pillar sendos vasos de agua, uno al gaznate y otro sobre la “burua” (cabeza).

La liebre se empieza a escapar, pero aún no me preocupo. Kilómetro 3 en 4:32, la cosa mejora, continuamos para bingo. Primer atendido que veo en camilla junto a una ambulancia, joder, ¿ya en el kilómetro 3?

Dejamos ya Irún por Ventas y empieza una fuerte bajada, toca aplicarse. El 4 cae en 4:20 y el 5, seguimos bajando, en 4:21. En 2 kilómetros casi hemos recuperado todo lo perdido y estamos ahí, en el objetivo.

Comienzan las rampas de Gaintzurizketa, sin una maldita zona de sombra y sé que toca sufrir. Son 2 kilómetros subiendo y no debo subir de 5:00min/km. El km.6 a 4:50, bien, pero el 7 se me va a 5:23, se me ha hecho larguísimo, pese a que otro competidor, grandote como yo, me anima al grito de “vamos grandullón, que a los fuertotes nos toca sufrir!! ahora nos los zampamos en la bajada”.

Aprieto los dientes y me pego a su culo. Sonríe y le doy las gracias al coronar la subida. Toca lanzarse en plan kamikaze en los casi 5 kilómetros siguientes.

El kilómetro 8 en 4:25, no voy bien, debería estar rondando los 4min/km. Veo desmayarse a un tío delante de mí. Madre mía, ya estamos como hace 4 años, pienso (la edición de 2.011 se celebró en condiciones parecidas, mucho calor y humedad, y fue un desastre de personas atendidas).

Cae el kilómetro 9 en 4:23 y mi objetivo se esfuma por momentos, ya no veo a la liebre de 1h30 y debería estar recortándole el terreno perdido en este largo tramo de bajada, donde la gravedad de mis casi 90kgs debería ser un plus, pero no, ni plus ni plas.

En el km 10 me da un leve mareo, me cuesta fijar la vista y ahí decido que mi carrera en modo competitivo se acabó. En el siguiente avituallamiento me paro tranquilamente a recoger tres vasos de agua, me bebo dos y arrojo el tercero por donde cae y aflojo el ritmo, acabando este parcial en 4:40min/km. Seguimos bajando pero yo ya estoy en otro rollo. Otro corredor que veo que es evacuado en ambulancia, pero qué coño está pasando, no me fastidies.

Respiro profundamente, meneo la cabeza, venga Dani no pienses en eso, sonríe y ponte a chocar las manos con los niños, devuelve los aplausos al público y prepárate para entrar en Rentería, que te han dicho que es una pasada de público. El recorrido cambió el año pasado (no disputé esa edición), y este tramo es nuevo para mí.

Todo lo que me dijeron de Rentería es poco. ALUCINANTE atravesar la población con el público rugiendo a ambos lados de la calle. Increíble, impresionante.

Jaleo a la concurrencia agitando las manos y sigo con mi pique con los “estelados”, siempre de buen rollo y desde el respeto. Mi “arriba España chavales” es contestado con un “visca Catalunya lliure”, con sonrisas, aplausos y ni un mal gesto.  

Ojo con la rampita de Capuchinos, vaya tela, 300-400m que me dejan frito, he ido bajando el ritmo paulatinamente, 11 y 12 alrededor de 4:50min/km, el 13 con la subidita de Capuchinos se me va a 5:15, pero vamos que me da igual, ya he cambiado el chip y no voy pendiente del crono.

Entramos en Pasajes y me posiciono en el lado izquierdo al pasar por casa de José y Merche, los tíos de Ruth. Les localizo a ambos y saludo a gritos mientras continuo corriendo.

14 y 15 ya por encima de 5min/km y llegamos al 16 y las primeras rampas de Miracruz. Aquí agacho la cabeza para no ver lo que me queda de subida, pasitos cortos y pim, pam, pim, pam. Primeros amagos de calambres en la parte más de dura de la subida (¿WTF?, calambres en una carrera de 20K?), nunca antes me había pasado en una carrera popular. Corono Miracruz en el 17, a 5:45 y tiro para abajo.


No puedo forzar mucho el ritmo aunque mi intención era darle un poco de vidilla a la bajada, pero en cuanto trato de acelerar la zona de los isquiotibiales de la pierna izquierda me amenaza con “montarse”. Pues nada, aflojo otra vez y ya llegaré.

Sigo con mi proceso de disfrute de la carrera, sonriendo, animando al personal y vacilando con los niños que hay en el público.

Último avituallamiento en el 18, me “baño” con vasos de agua y sigo bajando por la avenida de Ategorrieta en dirección a la avenida de Navarra. Acojona ver la cantidad de “walking dead” en ropa de deporte que caminan lastimosamente por este último pequeño tramo en subida. La gente va muy, muy perjudicada. El día en Donosti, con las playas a rebosar de gente por el calor, ha hecho estragos en la carrera.

Enfilo ya la recta de la Zurriola y entramos en el último kilómetro, trato de apretar pero qué va, la pierna izquierda me dice que ni de coña, en cuanto intento bajar de 5:00 se queja.  Había que intentarlo…

A la altura del Kursaal y del puente sobre el Urumea trato de buscar con la mirada a Ruth y resto de familiares y amigos, ahí está Ruth, que me grita:

¡¡¡¡Daniiiiiiiii, vaaaaaaamossssss!!!

Inclino el pulgar hacia abajo y hago notar que estoy K.O. sacando la lengua, pero no es cierto. La verdad es que estoy bien, no he forzado ni de lejos.


 ¿Podría haber dado más? Ciertamente.

¿Era el día para jugársela? No.

No, si no querías acabar en el hospital.


Entro en meta en 1h37:27, más feliz que una perdiz.

Voy al encuentro de los míos, hago acopio de cervezas Radler con limón y todo tipo de vituallas y espero a que entre Luismi en meta, comentemos todos la jugada, luego a por la ducha y a comer txuletón regado con buen vino, que es a lo que hemos venido.

El día señalado para exprimirme y hacer una marca que me deje satisfecho es el 29 de noviembre, en la maratón.

Este domingo 8 de noviembre he acabado satisfecho por otros motivos, fundamentalmente por saber reconocer las señales que mi cuerpo me enviaba,  conocer mis límites y saber que la Behobia no es el final. Tiene que haber muchas Behobias y muchas otras vivencias en mi paso por este mundo. Ya bajaré de 1h29, de eso estoy seguro. Pero con este calor no. Que mi cuerpo no funciona bien con calor es un hecho constatado.

Ahora solo toca que los de Euskalmet me coloquen en Donosti para el día 29 unas cuantas nubecillas con su txirimiri, ajusten el termómetro entre los 10-15 grados y entonces sí, entonces lo daré todo.