Mediada ya la temporada 2014 de triatlón, es tiempo de hacer
balance. Mientras Gómez Noya hace números para ver cuándo y cómo asegura su 4º
título mundial, uno se devana los sesos buscando respuestas a algo de difícil
explicación, un extraño fenómeno digno de aparecer en el programa de Iker
Jiménez, un suceso sin parangón en el mundo del triatlón moderno:
EL INEXPLICABLE CASO DEL POBRE RENDIMIENTO EN COMPETICIÓN DE
DANIEL FONSECA.
Sobre todo, comparado al rendimiento en entrenamientos.
A lo mejor es que no entrenas tan bien, querido Fonseca
(posiblemente). Quizá estés compitiendo conforme al nivel de exigencia de tus
entrenos (el famoso “train slow, race slow” promulgado por Chrissie
Wellington). El caso es que algo no marcha bien.
No puede ser que en el agua vaya como un avión comparado con
muchos de mis compañeros de entrenamiento, y que luego contemple impotente como
esos mismos compañeros me pasan UNA Y OTRA VEZ en competición. No puede ser
sólo un problema de orientación. Es imposible que compañeros con nivel parejo
me metan 5 ó 7 minutos, o que otros que a duras penas son capaces de seguirme
salgan por delante de mí, aunque sea sólo unos segundos, sinceramente no me lo
explico. Es difícil de entender como clavando los tiempos exigidos por el
entrenador luego no me acerco a los tiempos previstos ni de coña. Algo pasa con
Fonseca en el agua, y lo peor es que no tengo ni idea de cómo resolverlo.
En la bici hay pocos peros que poner, al contrario, suelo
arreglar dignamente lo que he echado a perder en el agua. Recientemente además
he descubierto que puedo y debo exigirme más dando pedales. Entrenar con
pulsómetro en bicicleta me ha hecho descubrir que posiblemente haya estado
entrenando y compitiendo por debajo de mis capacidades aeróbicas. El mismo
pulsómetro que en la carrera a pie se dispara y me hace temer que el corazón
vaya a estallar, me sirve para descubrir que sobre la bici no lo estoy dando
todo, que tengo margen en lo que a pulsaciones se refiere y que si las piernas
pican, pues que piquen, hay que seguir apretando.
Y luego llegamos a la carrera a pie. Últimamente estoy
sufriendo calambres cuando suelto la bici y echo a correr, algo solucionable y
que sinceramente no me preocupa. Una correcta alimentación sobre la bici y un
buen entrenamiento de transiciones bici + carrera ha de resolverlo.
El problema es el Aquiles. Llevo casi un año sin poder
correr bien debido a los malditos Aquiles.
Sí, en plural. Ahora son los dos.
Cuando parecía que mis dolencias en el izquierdo pasaban a
mejor vida, ahora toca el derecho. Manda huevos.
Tiene toda la pinta de que la culpa es mía. Mala elección
del calzado, cada vez estoy más convencido. Eso me pasa por innovar. Llevaba,
hasta el año pasado, 3 años corriendo sin mayor problema, mismo modelo de zapatillas
durante esos tres años, y bastantes kilos de más encima, y ni un solo problema,
oiga. Pero claro, mis ínfulas de
flipatleta y tontería mental me han hecho adquirir zapatillas “voladoras” y/o
calzado especial de triatlón, que no ha hecho sino destrozarme los pies. Así de
claro.
Ahora te jodes, Fonseca.
Y así estoy, jodido.
Mordiéndome las uñas porque sigo sin poder correr bien, cuando
tengo unas piernas señora con las que debería volar.
Bueno, a lo hecho, pecho, dicen. Toca encarar esta segunda
mitad del año con esperanza, motivación y ganas. Un par de triatlones sprint,
ya veremos si algún olímpico y a afrontar mi segundo Ironman con toda la
ilusión del mundo.
De momento este domingo competiré en el sprint de
Valdemorillo del Circuito del Agua de Ecotrimad, prueba que ya hice el año pasado. Me acompaña este año Iván, compi del club.
Veremos si hay o no mejoría,
espero que sí. Me apetece, incluso sabiendo lo agónicos que me parecen de
antemano los triatlones sprint. Aunque si lo pienso un poco mis mejores
resultados han sido en triatlones cortos. Valdemorillo el año pasado, junto con
Zumaia, y la Copa del Rey de Canet este año, han sido las únicas pruebas en las
que he acabado muy satisfecho de mi rendimiento. Todos cortos, todos en
distancia sprint. Tendría gracia descubrir ahora que lo mío son los sprints y
que para la larga distancia no sirvo, con el coñazo que doy con los Ironman y
las pruebas de resistencia.
Repetiré igualmente en septiembre el triatlón de Zumaia, que
este año además es Campeonato de Euskadi. Aunque para ello he de “agenciarme”
primero una bicicleta para competir, porque este año “me han prohibido” echar
la bicicleta al coche en vacaciones. Me están tratando de conseguir una en calidad de
préstamo, y si no siempre puedo alquilarla. El problema, como siempre, es la
talla, la oferta de bici-tamaño-gigante es siempre más reducida, ya sea compra,
alquiler o préstamo.
Y luego ya entraremos en la recta final pre-IM. Lo mismo
hago un olímpico o lo mismo ya no compito más hasta Gandía, y me centro en
hacer un buen entrenamiento de calidad en septiembre y primera mitad de
octubre. Porque este año quiero “petarlo” en el Ironman. Ya no me vale con
simplemente acabarlo. Voy a exigirme, y mucho. Además compito junto a Iván.
A Iván le veré antes, le veré después, y le veré durante,
aunque siempre él por delante de mí, claro. Él sí que va a reventarlo, si no
revienta antes, claro, porque está entrenando como un animal. Hace sub11 fijo,
y espérate que no sea sub10, una bestialidad. En cualquier caso va a hacer un
súper resultado, de eso estoy seguro.
Bueno, yo a lo mío. Este domingo, toca levantar otra vez los
brazos, aunque quede el último.
Dani, te han hecho alguna vez un estudio del pie? Quizás necesites plantillas. En cuanto a las zapas, echa un vistazo a esta web: http://www.newtonrunning.com/ Tienen zapatillas de carrera, y son especiales para correr plantando todo el pie. A mí me van de lujo.
ResponderEliminarHola Pablo, he ido a traumatólogos, sí, pero en principio no soy partidario de ponerme plantillas. Respecto a las Newton, el tema es encontrar una marca/modelo que soporte mi peso, muchas marcas no tienen modelos específicos para tíos altos, fuertes y guapos como yo, parece que no tenemos derecho a correr...
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