lunes, 28 de julio de 2014

TRIATLÓN DE VALMAYOR 2014


En Valmayor tocaba comprobar este domingo mi evolución en distancia sprint. Repetía el escenario y recorrido que tan buen sabor de boca me dejó el año pasado.

Tras un sábado intenso en el que conseguí aguantar bastante bien un cumpleaños de esos de jornada completa, barbacoa, piscina, además de comida y bebida como para una boda, sonaba el despertador a las 5 de la mañana (la prueba era a las 8.15h) y con toda la pereza del mundo me dispuse a desayunar y preparar todo de forma somnolienta, en plan zombie.

Había quedado con Iván “el Terrible”, de mi club de triatlón, a eso de las 6.15h, para cargar también su bici y demás trastos en mi coche y enfilar juntos hacia Valdemorillo, a casi 1h de camino desde mi casa.

Con suficiente tiempo llegamos a nuestro destino, el área recreativa del embalse de Valmayor, para recoger tranquilamente el dorsal y disponer todo para la competición mientras aún amanecía.

Repitiendo un ritual que empieza a ser habitual en esta prueba, Iván decide, como Fran la temporada pasada, “aligerar” algo de carga. Qué manía, esas cosas hay que traérselas hechas de casa.

Hacemos cola para entrar en la zona de transición mientras Iván se divierte vacilando a todo aquel que pasa por su lado. La gente va medio dormida y no está para muchas coñas, aunque yo me descojono. Iván es un tío peculiar, hay que cogerle el punto, pero cuando lo haces te puedes hartar a reír.

Una vez está todo dispuesto tenemos tiempo suficiente para, como el año pasado, llegar a la zona de salida nadando unos 200m, para comprobar que el agua está a buena temperatura, pese a lo temprano que aún es.

Vamos con la crónica, que esta vez intentará ser aséptica, sin lloros, ni lamentos, ni épicas. Seamos mayorcitos, mi triatlón es el que es, y las circunstancias son las que son. Empiezo a comprender cuál es mi nivel y mi sitio en este deporte, no puedo pretender mejorar de golpe y porrazo una barbaridad. Todo es parte de un proceso, y he de entender que tras la lógica mejora sustancial inicial, poco a poco iré alcanzando mis límites, con o sin lesiones, que no son sino parte también de este proceso, así que tengo que empezar a acostumbrarme a pequeños avances, acompañados de algunos retrocesos. Esto es así, my friend.

AGUA

Iván decide colocarse en primerísima fila, yo “paso” total. Nadando va mejor que yo, y no tiene miedo a la batalla, de modo que su guerra no es mi guerra. Dudo unos instantes, porque la verdad es que es una pena, ya que tampoco es que nade MUCHO mejor que yo, y si fuera capaz de aguantarle en el agua…

Nada, pajas mentales, decido finalmente quedarme en la mitad, bocinazo y al lío…

Empujones, agarrones, ansiedad y torpeza de salida. Me adelanta y pasa por encima hasta mi abuela. Vamos, lo de siempre.

Pese a ello llego hasta la primera boya intacto. Hasta ahí. Al girar, de repente, surge un pie de la nada que me impacta de lleno en la sien izquierda y me deja en estado de “shock”. Las gafas aguantan bien y el golpe hace que finalmente despierte del letargo y agonía, así que rabioso trato de aumentar el ritmo, mientras busco colocarme a pies de alguien que me lleve de forma algo más cómoda.

Llego hasta la segunda boya sin sobresaltos y de ahí hasta el final aprieto de nuevo y cambio el ritmo a la vez que compruebo que voy rebasando al personal sin ser rebasado.

Llego a la rampa de salida de la natación junto a uno del Tri-Val,  con un tiempo de 14’06”, que no es para tirar cohetes, pero que es más de un minuto mejor que mi (lamentable) tiempo del año anterior. Hago la T1 tiritando y de forma algo torpe, percatándome, a medio pasillo y corriendo ya con la bici en la mano, de que el cinturón portadorsal sigue atado al manillar de Nekane en lugar de estar rodeándome la cintura. Seré cafre…en fin, otros valiosos segundos que vuelan mientras deshago el entuerto.

 

BICI

Una vez sobre la bici, como siempre últimamente, salgo a romper, a no reservar nada. Sufro en el inicio, siempre en subida y con algún repecho de consideración. Mientras voy cogiendo ritmo me adelantan varios competidores, me rebasan el del Tri-Val de antes, otro del Triatlón Atleti (Aúpa Atleti) y uno del Ecosport Alcobendas. Trato de sufrir en la subida para que no se me escapen y tras hacer un giro de 180 grados y subir otro mini-repecho, aprieto y los rebaso a todos en la bajada. Inmediatamente se colocan a rueda y así les llevo hasta el final de la primera vuelta.

Una vez hecho un nuevo giro de 180, el del Tri-Val, Miguel Ángel Cantero, que así se llama,  se pone a mi altura y me dice que nos organicemos y que formemos grupo, que hemos hecho el idiota en la primera vuelta dándonos calentones desperdigados. Le digo que por mí perfecto, pero que a mí en el tramo inicial en subida me va a costar seguir el ritmo. Me dice que no hay problema, que prefiere aflojar e ir juntos, así que genial, me ofrezco para llevarles volando en el segundo tramo.




Y así lo hacemos, nos juntamos 5-6-7 corredores dependiendo del momento y terminamos la segunda vuelta formando un mini-grupo.

A por la tercera en el mismo plan, yo a sufrir en la subida y a ponerme a tirar a muerte en la bajada. Adelanto a mi amiguete del Tri-Val en el repechito pre-bajada y me dice que ya va frito, no creas que yo voy mucho más allá, replico.

Me dejo llevar en los últimos metros y me pasa el del Tri-Val y algún otro. Decido descalzarme en plan “pro”, sobre la bici y dejando las zapas ancladas en los pedales, porque el pasillo de compensación de la T2 es larguísimo y paso de correr como “las muñecas de Famosa”, a pasitos cortos e inseguros.

Desmonto sin problemas y a correr descalzo se ha dicho, sobre un asfalto criminal de cemento sin pulir que te destroza los pies.

Problemas para colgar la bici en la barra (más segundos a tomar por saco), zapas, visera y a correr. Me tomo un gel nada más salir.

A CORRER

Dos vueltas de 2,5km, primera mitad en subida, con toboganes, y vuelta. Nada más salir veo a Iván que ya casi comienza su segunda vuelta. Mierda, toca apretar porque si no me va a doblar, pero voy tieso y me duele horrores el Aquiles. Kilómetro 1 en 4:45 (fatal), km 2 en 4:33 (mal pero vamos mejorando).
 

Acabo la primera vuelta apretando para que Iván no me doble, parece que al final lo voy a conseguir. Aflojo una vez doy el giro y justo veo aparecer al colega bufando y esprintando en sus últimos metros. Se va a cascar un 1h09 el animalito. Qué bestia.

Me rebasa a mitad de vuelta el del Tri-Val, al que he debido superar en la T2, intento seguirle pero ya voy justo. Me dejo llevar hasta el final, voy a hacer 1h20, creo.
 

Al final veo que si aprieto (bastante) puedo bajar de 1h20, es una gilipollez, un segundo más o menos, pero es psicológico, no es lo mismo 1h19 que 1h20, así que esprinto con mis escasas fuerzas ya.



Voy recortando distancias con el del Tri-Val, ya no le pillo, y al final paro el crono en 1h19min59segs. Casi 3 minutos menos que en 2013. Bien

 

Sonrío mientras intento recuperar el resuello. Saludo a mi amiguete del Tri-Val, al final hemos hecho toda la prueba juntos, comenta. Pues sí, ha sido divertido.
 
POST-META

En el avituallamiento post-meta trato de reponer fuerzas, “joer” si hasta hay cerveza fría. No son ni las 10 de la mañana, pero no me lo pienso, agarro una.

Encuentro a Iván también cerveza en mano y hacemos resumen mutuo de nuestra participación. El colega sigue vacilando a diestro y siniestro. Se hace fotos con los ganadores, masculino y femenino, de la prueba, dos “rusos” del Pina Tri-Toledo. En realidad son ucranianos, mal momento socio-político para confundir ambas nacionalidades.
 

Más fotitos aquí y allí, con Tania y su novio, Iván quiere hacerse también una con Antonio Rossi, el periodista de Telecinco y triatleta del Club Triatlón Las Rozas, que el sábado hizo 4º en el Short de Riaza en el que también competían varios compis.

 

Tras tres cervezas mañaneras damos por terminada la jornada, previo paso final por un bar cerca de mi casa, en el que cae una cuarta rondita de birras.

 

Muchas risas y mucho cansancio, por no hablar del lamentable estado de mi tendón, pero una vez más ha merecido la pena.

 

martes, 22 de julio de 2014

ENTRENAR VS COMPETIR


Mediada ya la temporada 2014 de triatlón, es tiempo de hacer balance. Mientras Gómez Noya hace números para ver cuándo y cómo asegura su 4º título mundial, uno se devana los sesos buscando respuestas a algo de difícil explicación, un extraño fenómeno digno de aparecer en el programa de Iker Jiménez, un suceso sin parangón en el mundo del triatlón moderno:

EL INEXPLICABLE CASO DEL POBRE RENDIMIENTO EN COMPETICIÓN DE DANIEL FONSECA.

Sobre todo, comparado al rendimiento en entrenamientos.

A lo mejor es que no entrenas tan bien, querido Fonseca (posiblemente). Quizá estés compitiendo conforme al nivel de exigencia de tus entrenos (el famoso “train slow, race slow” promulgado por Chrissie Wellington). El caso es que algo no marcha bien.

No puede ser que en el agua vaya como un avión comparado con muchos de mis compañeros de entrenamiento, y que luego contemple impotente como esos mismos compañeros me pasan UNA Y OTRA VEZ en competición. No puede ser sólo un problema de orientación. Es imposible que compañeros con nivel parejo me metan 5 ó 7 minutos, o que otros que a duras penas son capaces de seguirme salgan por delante de mí, aunque sea sólo unos segundos, sinceramente no me lo explico. Es difícil de entender como clavando los tiempos exigidos por el entrenador luego no me acerco a los tiempos previstos ni de coña. Algo pasa con Fonseca en el agua, y lo peor es que no tengo ni idea de cómo resolverlo.

 
En la bici hay pocos peros que poner, al contrario, suelo arreglar dignamente lo que he echado a perder en el agua. Recientemente además he descubierto que puedo y debo exigirme más dando pedales. Entrenar con pulsómetro en bicicleta me ha hecho descubrir que posiblemente haya estado entrenando y compitiendo por debajo de mis capacidades aeróbicas. El mismo pulsómetro que en la carrera a pie se dispara y me hace temer que el corazón vaya a estallar, me sirve para descubrir que sobre la bici no lo estoy dando todo, que tengo margen en lo que a pulsaciones se refiere y que si las piernas pican, pues que piquen, hay que seguir apretando.
 

Y luego llegamos a la carrera a pie. Últimamente estoy sufriendo calambres cuando suelto la bici y echo a correr, algo solucionable y que sinceramente no me preocupa. Una correcta alimentación sobre la bici y un buen entrenamiento de transiciones bici + carrera ha de resolverlo.

El problema es el Aquiles. Llevo casi un año sin poder correr bien debido a los malditos Aquiles.

Sí, en plural. Ahora son los dos.

Cuando parecía que mis dolencias en el izquierdo pasaban a mejor vida, ahora toca el derecho. Manda huevos.

Tiene toda la pinta de que la culpa es mía. Mala elección del calzado, cada vez estoy más convencido. Eso me pasa por innovar. Llevaba, hasta el año pasado, 3 años corriendo sin mayor problema, mismo modelo de zapatillas durante esos tres años, y bastantes kilos de más encima, y ni un solo problema, oiga.  Pero claro, mis ínfulas de flipatleta y tontería mental me han hecho adquirir zapatillas “voladoras” y/o calzado especial de triatlón, que no ha hecho sino destrozarme los pies. Así de claro.

Ahora te jodes, Fonseca.

Y así estoy, jodido.

Mordiéndome las uñas porque sigo sin poder correr bien, cuando tengo unas piernas señora con las que debería volar.

Bueno, a lo hecho, pecho, dicen. Toca encarar esta segunda mitad del año con esperanza, motivación y ganas. Un par de triatlones sprint, ya veremos si algún olímpico y a afrontar mi segundo Ironman con toda la ilusión del mundo.

De momento este domingo competiré en el sprint de Valdemorillo del Circuito del Agua de Ecotrimad, prueba que ya hice el año pasado. Me acompaña este año Iván, compi del club.

 Veremos si hay o no mejoría, espero que sí. Me apetece, incluso sabiendo lo agónicos que me parecen de antemano los triatlones sprint. Aunque si lo pienso un poco mis mejores resultados han sido en triatlones cortos. Valdemorillo el año pasado, junto con Zumaia, y la Copa del Rey de Canet este año, han sido las únicas pruebas en las que he acabado muy satisfecho de mi rendimiento. Todos cortos, todos en distancia sprint. Tendría gracia descubrir ahora que lo mío son los sprints y que para la larga distancia no sirvo, con el coñazo que doy con los Ironman y las pruebas de resistencia.

Repetiré igualmente en septiembre el triatlón de Zumaia, que este año además es Campeonato de Euskadi. Aunque para ello he de “agenciarme” primero una bicicleta para competir, porque este año “me han prohibido” echar la bicicleta al coche en vacaciones. Me están tratando de conseguir una en calidad de préstamo, y si no siempre puedo alquilarla. El problema, como siempre, es la talla, la oferta de bici-tamaño-gigante es siempre más reducida, ya sea compra, alquiler o préstamo.

Y luego ya entraremos en la recta final pre-IM. Lo mismo hago un olímpico o lo mismo ya no compito más hasta Gandía, y me centro en hacer un buen entrenamiento de calidad en septiembre y primera mitad de octubre. Porque este año quiero “petarlo” en el Ironman. Ya no me vale con simplemente acabarlo. Voy a exigirme, y mucho. Además compito junto a Iván.

A Iván le veré antes, le veré después, y le veré durante, aunque siempre él por delante de mí, claro. Él sí que va a reventarlo, si no revienta antes, claro, porque está entrenando como un animal. Hace sub11 fijo, y espérate que no sea sub10, una bestialidad. En cualquier caso va a hacer un súper resultado, de eso estoy seguro.

Bueno, yo a lo mío. Este domingo, toca levantar otra vez los brazos, aunque quede el último.
 

lunes, 7 de julio de 2014

HALF SKODA TRIATHLON VILLA DE MADRID 2014


Sigue gustándome bastante poquito el circuito de triatlón de la Casa de Campo, en Madrid, la verdad sea dicha. Aún así, la cercanía de dicho emplazamiento con respecto a mi domicilio y la abundante oferta de pruebas durante la temporada, no menos de 3 ó 4 ocasiones en las que poder competir en múltiples modalidades y distancias, hace que sea cita cuasi-obligada cada año.
De modo que por tercer año en esta mi tercera temporada triatlética (si bien la primera se redujo a un triatlón con un mes escaso de preparación), el pasado domingo 29 de junio tocaba madrugar para afrontar una vez más nervios, sufrimiento y diversión, mi particular “triatlón de sensaciones” de cada competición.

Y cuando digo madrugar me refiero a madrugar pero bien. La prueba comenzaba a las 7am, así que a las 5 y cuarto me reunía con Fran, Kike y Asier, compis del club y ya en la Casa de Campo con Alberto y Chema. Por delante tendríamos un “cuasi” medio Ironman, con 1900m de natación, que fueron muchos más, 80km de ciclismo que se preveían duros, dado que parte del sector se disputaba por dentro del ratonero, estrecho y a veces peligroso circuito que ya conozco de otras ocasiones, para finalizar con 20km en el también conocido tramo del Paseo de los plátanos del parque madrileño.
Durante el “bike-check” llegan las primeras sorpresas y risas de la mañana. Chema y yo portamos dorsales consecutivos, así que nuestros puestos en el box son igualmente contiguos. Mientras vamos preparando todo, veo llegar a Rafa Morán, “Rafuky” para los amigos, del que ya he hablado en alguna ocasión (Ver post Ídolos de Klagenfurt). A Rafa casualmente le entrevistaremos Chema y yo al día siguiente en nuestro programa de radio CORRER NO ES DE COBARDES. Le hago saber a Chema quién es Rafa, y mientras hago las presentaciones aparece una juez advirtiendo a Chema que debido a la prohibición del neopreno las medias de compresión están igualmente prohibidas durante el sector de natación, algo que yo sabía, que Rafa Morán sabía, y que el 99% de los triatletas allí presentes sabían. Todos menos Chema, claro.

Chema, con sus medias de compresión caladas hasta los sobacos me mira sorprendido y me echa la bronca “Fonseca y por qué no me has avisado”. Me echo a reír, e incluso me disculpo (¿ACASO SOY YO EL GUARDIÁN DE MI HERMANO?), “joer Chema lo siento, pensaba que lo sabías…”. Rafa Morán también sonríe mientras piensa que, todos, querido Chema, hemos hecho y haremos alguna “globerada” del estilo, eso es así.

Terminamos de colocar todo y rápido hacia el lago, la transición es larga, unos 300m y el tiempo apremia. Saludamos a la madre de Chema, que se ha pegado el madrugón para venir a ver a su hijo, eso sí que es amor de madre. Ya te digo yo que mi madre no se levanta a esas horas ni aunque la paguen…

Los aproximadamente 200 triatletas del HALF Skoda Triathlon saldremos en dos tandas, separados por 2 minutos. En la primera vamos Fran, Chema y yo, mientras a Kike, Asier y Alberto les toca esperar un poquito más.
 

Con algo de retraso se da la salida y hasta la primera boya todo transcurre sin consecuencias, incluso sorteo la primera “zona de conflicto” sin mayores consecuencias. Pero a partir de ahí…

A partir de ahí empiezan los problemas, un par de empujones, un trago de agua y ya me he venido abajo. Me noto nadando mal y con el culo abajo, y nadar sin neopreno desde luego no me ayuda. Para arreglarlo me percato de que Fran y Chema me adelantan al final de la primera vuelta, trato de seguirles pero el sol de cara me ciega y estoy sin ritmo. En fin, se escapan…

Nuevamente mis sensaciones y ritmo en piscina no se corresponden con lo que acontece en competición. Fin de la primera vuelta, subo al pantalán y antes de volver a lanzarme al agua cometo el error de mirar el reloj…20 minutos. No me fastidies.
 

Hundido, nunca mejor dicho, me lanzo de nuevo al agua, y la cabeza ya no para “qué mal, qué mal, qué mal…”

Terrible segunda vuelta en la que vuelvo a ver como Kike, que ha salido dos minutos después, me adelanta. Además aparecen los calambres. Estupendo. Mientras nado de espaldas compruebo que pocos, muy pocos nadan por detrás de mí. Desastre.

En fin, que esto se acabe ya, por Dios.

Salgo del agua acalambrado, casi no puedo ni incorporarme al pantalán, y más tieso que la mojama trato de correr hacia la T1.

Para que Asier luego no diga que si me quedo a fumar en las transiciones, por lo que suelo tardar, esta vez intento ir todo lo rápido que puedo, incluso no me pongo los calcetines para la bici. Aún así se escapan casi 4 minutos.

Y ya estamos sobre Milana con horribles sensaciones, empapado de agua a las 8 de la mañana, tiritando y enfilando una larguísima y desagradable subida sin descanso durante los primeros 5km. Trato de meter un desarrollo fácil y mucha cadencia para entrar en calor, y parece que funciona. Poco a poco voy encontrándome mejor y una vez meto el plato grande vuelo en la zona exterior del recorrido, por la carretera de Castilla dando la vuelta al Parque. De nuevo en el interior de la Casa de Campo me recibe la subida al cerro de Garabitas (Horror, no), al que tendremos que ascender nada menos que 4 veces, tantas como vueltas hay que dar al recorrido. Odio Garabitas con toda mi alma, aún así voy mejor de sensaciones y adelanto a algún competidor en la subida. Para finalizar, el cuarto tramo comprende una difícil bajada de vuelta al lago, bacheada, estrecha y muy peligrosa. En uno de esos baches el bidón “aero” del manillar salta por los aires y al frenar para recogerlo, dado que llevo casi toda mi alimentación líquida en él, derrapo, no consigo liberarme del pedal izquierdo y caigo al suelo absurdamente. Globerada producto de los nervios, en fin…

Llego incluso a golpearme ligeramente con el casco en el suelo, pero nada, sobreviviré. Recojo el bidoncito y al ir a levantar la bici compruebo que la cadena se ha salido. Genial, toca mancharse las manos desnudas. Pierdo ni se sabe la de tiempo en el percance, pero son gajes del oficio, me digo, así que con toda la rabia del mundo vuelvo a pedalear para dar por finalizada esta primera vuelta.

La sorpresa positiva es encontrarme a Elena, la mujer de Chema, sus niños, suegra y media familia animando sin parar mientras jalean mi nombre.

Vamos a por la segunda, venga.
 

El tema mejora y por fin encuentro mi ritmo, desde mediada la vuelta a lo lejos intuyo una cosa grande naranja, Kike, y lo doy todo para darle alcance. Lo consigo en Garabitas, y charlamos un momento mientras le rebaso.

¿Cómo vas Minaya? Pregunto.

Mal, voy atrancado. Responde.

¿Y qué tal si quitas el plato? Replico.

Joder Dani, hasta en competición me tienes que echar la bronca. Concluye.

Sonrío mientras le paso y nos deseamos suerte. Vamos allá cada uno a lo nuestro.

Acaba la vuelta y nuevamente Elena & family me reciben animosamente. Me pregunto qué tal le irá a Chema. Va por delante fijo, pero tenía problemas con la rodilla y lo mismo ni terminaba.

La tercera transcurre igual que la segunda, bien, con buenas sensaciones. Discuto con uno de los jueces que me advierte de que voy muy pegado al triatleta de delante…en una rotonda con curva cerrada, “amosss” no me fastidies. Le mando a esparragar y me deja tranquilo. Ya entrando en la zona del lago veo a Chema que me anima junto a su familia. Vaya, su rodilla no ha aguantado, lástima. Has hecho bien Chema, no fuerces, ya habrá ocasión de resarcirte.

Vuelta final sobre la bici en la que trato de reservar algo, pero tampoco es que vaya a ir de paseo, claro está. Al desmontar en la T2 me esperan Rober y Óscar, que han venido en sus bicis MTB para animarme, mira que son majetes.

Vamos Fonseca, espabila, comentan.

Ya voy, joer.

Transición semi-rápida (para lo que soy yo) y buenas sensaciones de salida, quizá demasiado buenas. No llevo ni un kilómetro cuando noto que el cuádriceps se me bloquea acalambrado, e inmediatamente sucede lo mismo con los isquios. “Ssssstupendo”. No puedo dar un paso más. Bien.

Decido parar a vaciar la vejiga a ver si de paso me tranquilizo. Tras la meadita trato de correr de nuevo, pero nada, no hay manera. Me cruzo con Fran que va volando el hijo de su madre, le animo y me ve la cara “qué te pasa Daniel…”

Daniel va jodido, macho. Al poco Alberto y algo después Asier, todos me ven caminando. A Asier le digo que no sé si voy a poder terminar, menea la cabeza y me dice “venga aguanta un poco más, termina aunque sea caminando”.

19km andando pueden ser mortales, nada Fonseca, venga inténtalo. Me trago dos geles de golpe buscando que los electrolitos y las sales que contienen eliminen los calambres. Será el efecto placebo, pero vuelvo a correr y cojo un ritmito aceptable. Termino la primera vuelta en 25 minutos y medio, pues no está mal Fonseca, podía ser peor.
 

Y así, sin pararme nada más que en los dos avituallamientos que hay en cada vuelta, y con un ritmo lento, pero aceptable, van pasando los kilómetros. Vamos animándonos entre los componentes del club, Fran va a hacer un marcón en su debut en la media distancia, qué animalito.

Las últimas dos vueltas son algo deprimentes, coincidimos los del HALF con los del SHORT, entre los que se encuentra Ángel Medina, otro compi del club con el que me voy cruzando. Los del SHORT hacen únicamente 10km a pie y te pasan volando, menos mal que los tengo controlados por el número de dorsal y no me cebo tratando de seguirles.

Al final la cosa se ha arreglado y, pese a que la marca va a ser un poco desastre, voy a acabar con buenas sensaciones, que visto lo visto era de lo que se trataba. Desde luego más contento que el tramo a pie de Lisboa, en el caminé muchísimo más, y sobre todo, muy contento porque el Aquiles ya apenas me molesta. Ya tendré tiempo de mejorar las marcas.

Enfilo recta de meta y la cruzo en 5h33min28segs.
 
 
Sólo regular, pero tercer triatlón de media distancia “a la saca” y una nueva experiencia más vivida, que es de lo que se trata. Al fin y al cabo no había hecho preparación específica para esta prueba, se trataba de hacerla y analizar luego el rendimiento, cosa que haré en un próximo post, que ya tengo mentalmente esbozado.

En zona de recuperación me encuentro con Asier, que me ha vuelto a mojar la oreja, bien por él (y me cago en todo, of course). Abrazote e intercambio de impresiones. Coincidimos en que nos ha parecido más duro que Lisboa, sobre todo obviamente la bici, pese a ser 10km más corto el recorrido. Al poco llega Kike a meta. Otra muesca en la culata también para él.



Recogemos la bici y los trastos y buscamos a Fran, al que le habrá dado tiempo a echar la siesta con la diferencia que nos ha sacado…
 

Ahora toca ir a nuestra “zona de recuperación” preferida…al bar, efectivamente. Mientras estiramos un poco y damos cuenta de varias jarras de cerveza comentamos y compartimos anécdotas, al tiempo que buscamos nuevas citas y nuevos retos en el calendario de un verano 2014 que se presenta apasionante en lo que a triatlón se refiere.

Porque esto no para, señora, esto no para.