Los 10.000 del Soplao,
marcha cicloturista de gran fondo, 227km, con más de 4.600m de desnivel
positivo. Para empezar casi 30km y 1.000m de desnivel más que la archiconocida
Quebrantahuesos. Casi nada. También hay una de 315km, pero ya si eso lo dejamos
para otro año.
Como casi siempre decidí inscribirme bastante meses antes
sin valorar realmente lo que suponía hacer un tipo de prueba como ésta, pero
nadie puede sorprenderse por ello ahora, ni siquiera yo, ya sabemos lo poco que
me cuesta liarme la manta a la cabeza.
Mi querido Fran, compi del club, es el principal impulsor, había
participado previamente en todas las ediciones anteriores de la prueba en ruta,
también hay de MTB, por lo visto durísima, así que en cuanto abrieron
inscripciones allá por finales de 2013 fui de los primeros en inscribirme. Por
supuesto traté de liar a su vez a algún incauto, y esta vez Óscar y Rober
mordieron el anzuelo, de modo que seríamos 4 del club en la línea de salida de
Cabezón de la Sal el 7 de junio, más el resto de "roselines" del club
ciclista de Fran que también participarían.
Llegó el 7 de junio y por supuesto llegué corto de
preparación. Pocos kilómetros en bici tras terminar el Lisboa Triathlon, sólo
una salida de más de 130km y nada de montaña en esos meses previos, así que bien,
estupendo, en mi línea...
Semanas antes Óscar ya había comunicado que debido a
compromisos familiares inamovibles (ejem) y una igualmente escasa, por no decir
nula, preparación, él se decantaría por la distancia corta, 125km en lugar de
los 227km de la prueba "clásica". Pues bueno, pues bien, eres un
"rajao", y lo sabes...
Quizá yo hubiera debido hacer lo mismo, pero a COJONES (así
con mayúsculas) no me gana nadie, o muy pocos, y yo terminaba los 227km, sí o
sí, o como mucho salía en ambulancia.
Rober sí había entrenado adecuadamente, mucha salida
"en B", sin avisar, y varias palizas de las buenas en solitario, como
un Griñón-Puerto de Navacerrada y vuelta, más de 180km y montaña de la buena.
Olé tus huevos, Rober.
De modo que el viernes 6 de junio, día anterior a la prueba,
enfilamos todos hacia el norte, para Cabezón de la Sal, Cantabria. Nos esperaba
"el Infierno Cántabro" (y bien que lo fue).
Resumo rápidamente la previa. Llegaba a media tarde, reunión
con Fran y sus "roselines", recoger dorsal, dejar la cosas en el hotel
(pensión la media estrella, pero es lo que había, ya te digo yo que una que yo
me sé no duerme ahí ni de coña), ir a cenar el menú Soplao estándar para los
participantes de la prueba en un restaurante céntrico, en el que se me va un
poco la mano con el vino peleón con casera, y finalmente intentar conciliar el
sueño antes de la paliza que nos espera al día siguiente. Como sé que no voy
bien preparado, que voy a sufrir, no voy a hacer un buen tiempo y la jornada va
a ser muy larga, realmente no estoy preocupado, estoy concienciado, sé lo que
me espera, así que duermo sin mayor problema.
Sábado, 8 de la mañana. Pues ya estamos liados otra vez,
oiga...
Fotitos de rigor en los momentos previos. Música de fondo
animando el cotarro, suena THUNDERSTRUCK de AC/DC y el pulso que empieza a
acelerarse. PIM, PAM, PUM, fuera...
Fran y sus roselines salen por delante y a su guerra, nosotros
no podemos seguir su ritmo ni de coña, así que nos quedamos casi a la cola del
pelotón y tomando muchas precauciones al principio, hay mucho ciclista por
medio y hay que tratar de evitar caídas tontas. A los 10km Óscar parte un radio
de su rueda trasera, estupendo. La rueda empieza a oscilar y Óscar jura en
arameo mientras decide si para o tira para adelante. Decide seguir así, y que
sea lo que Dios quiera.
Poco a poco vamos soltando piernas, acelerando el ritmo y
pasando gente. La primera hora transcurre rápido por las localidades costeras,
San Vicente de la Barquera, Comillas y sin darnos cuenta ya hemos hecho 30km en
menos de una hora, así que bien.
La primera dificultad marcada en el libro de ruta, La
Hayuela, no es más que un repecho que se supera sin complicaciones. En el alto
nos espera un tipo peculiar que mientras pedalea montando en un extraño
engendro, toca a la vez la guitarra y aporrea una batería mientras vocaliza
gritos de ánimo. Curioso.
En la bajada vemos una ambulancia y un ciclista en el suelo
que se ha debido hacer bastante pupa, aunque prefiero no mirar.
A partir de ahí la cosa se empieza a complicar, se suceden
los sube y baja constantes, mientras nos
cruzamos con Fran, que en 50km ya nos ha metido 20min. Al poco llegamos al
primer avituallamiento. Toca coger fuerzas porque enseguida llega la primera
dificultad real, la subida a las cuevas del Soplao, casi 12km con un desnivel
medio por encima del 7% y varias rampas del 12%, esto es, por ejemplo, más duro
que Morcuera en Madrid, y aquí ni siquiera llega a la categoría de puerto.
Se las trae la subida al Soplao, primer tramo de asfalto
rugoso y parcheado, durísimo. Nekane chirría y se mece de lado a lado. Óscar
tira hacia arriba, no tiene que reservar porque él hará la mitad de kilómetros,
Rober hace por seguirle, mientras que yo voy más reservón, que es esto es muy
largo y si me caliento aquí acabaré pagándolo.
Miras hacia arriba y ves como la carretera serpentea sin
parecer tener fin, el segundo tramo, con mejor asfalto y muchas curvas en
"S" muy cerrada, se hace más llevadero, aunque la barra de energía
comienza a descender peligrosamente.
Coronamos y otra vez hacia abajo, hacia Puentenansa, donde
nos espera un nuevo avituallamiento y donde al poco nos despediremos de Óscar,
que se desviará para completar su última subida, que nosotros haremos
igualmente, pero más de 100km y unas cuantas horas más tarde.
Ciao Óscar, suerte con tu maltrecha rueda y feliz viaje de
regreso a Madrid.
A Rober y a mí nos espera a continuación "el coco"
de la jornada: Piedras Luengas.
37km interminables de subida, y con más de una sorpresa por
medio.
Sorpresas que surgen de una mentira. Meses antes Fran me
había comentado, en una de nuestras salidas, que lo duro de este puerto no era
el desnivel, sino el kilometraje.
"Para que te hagas una idea es como la carretera que
lleva a Bargas, en Toledo, pero mucho más largo".
Hablamos de un 2% ó 3% como mucho en la susodicha carretera
para Bargas. Pues tampoco es para tanto, pienso iluso de mí.
Puerto de Piedras Luengas, 40km. Primer cartel. Bueno, aún
no hemos empezado a subir, todo controlado.
Al poco la carretera empieza a empinarse...pues yo creo que
esto es un poco más del 2% de Bargas, ¿eh, Fran? Rober comienza a distanciarse,
me cuesta seguirle. Le cojo, me suelta, le vuelvo a coger, me vuelve a soltar.
No me voy a cebar, tú a lo tuyo Fonseca.
Definitivamente esto no es como la carretera de Bargas,
Fran. "BargasLuengas" es mucho, mucho, mucho, más duro. Los
kilómetros pasan súper despacio, a pesar de lo increíblemente precioso que es
el paisaje, con Picos de Europa al fondo, esto es el más parecido al infierno. Y
encima sopla el viento en contra, macho.
El Infierno Cántabro, lo llaman.
A mitad del Infierno llega el Purgatorio. 3-4km brutales con
desniveles salvajes. Joder. Joder. Joder.
Y después aún te quedan otros 10-12km para coronar. Dani,
aquí "palmas", no terminas. Tengo que parar 5min a coger aire, no
puedo seguir a este ritmo, el calor aprieta y las piernas me arden.
Veo a un fotógrafo de la Organización, toca poner nuevamente
a mal tiempo, buena cara.
Un espectador al lado de su coche, un monovolumen Citroën,
me ofrece agua fresca. Paro y le agradezco el trago. Me tranquiliza diciendo
que los 6-7km que me restan hasta coronar "BargasLuengas" son mucho
más suaves. Menos mal.
En la subida te vas cruzando con mucho participante en
sentido contrario ¿habrá que coronar y dar la vuelta? ¿se habrán retirado? Me
fijo en el dorsal de uno de ellos. 226, la distancia de un Ironman, qué
casualidad.
Al coronar mis preguntas tienen respuesta. La gente hace
cima, pasa por el control de chip y luego deshace el camino hasta Puentenansa,
ahorrándose así unos cuantos kilómetros y dos subidas. Tramposos.
Bueno, que hagan lo que quieran. Yo voy a terminar el
recorrido completo. A eso he venido.
Rober me está esperando, sinceramente pensaba que ya se
habría marchado. Gracias Rober. Como y bebo todo lo que puedo en el
avituallamiento, nos hacemos la fotito de rigor y venga, para abajo. Son 40km
TODOS EN BAJADA, qué bien van a venir para recuperar.
La bajada es alucinante, rápida y sin apenas peligro, más
allá de alguna vaca peligrosamente atravesando la calzada, desembocando en el
increíble desfiladero de la Hermida, que te deja sin aliento por la
espectacularidad de su recorrido. 40km en 50 minutos da una idea de las
velocidades medias alcanzadas en este tramo.
Se acaba lo bueno y comienza el tramo final de este
"highway to hell". Tres subidas finales a los Collados de Hoz, Ozalba
y Carmona.
El primero, Collado de Hoz, es criminal, Rober me deja en
las primeras rampas y ya no le veré hasta la meta. Se hace en dos tramos para
un total de 10-11km muy muy duros. Unos niños en un puesto de agua improvisado
se ofrecen a rellenarte los bidones. Qué majos, paro y echo un trago. Vamos, a
ver cuando termina esta maldita subida. Me revienta, llego llorando,
literalmente, a la cima. Me adelanta una pareja de hermanos, chico y chica, que
hemos conocido en Piedras Luengas, el tío lleva la misma cara de desesperación
que yo, mientras ella sonríe animosa, "Venga chicos, la hostia pues".
En la bajada primer amago de pájara, sudor frío y tembleque
de la muerte, apenas puedo dar pedales.
Otra vez para arriba, adelanto a los vitorianos, el colega
está tirado boca arriba en la cuneta tratando de recuperar el aliento. A mitad
de este segundo collado, el de Ozalba, más corta la subida, solo 5-6km, decido
parar al coche médico. Una ampolla en la planta del pie izquierdo
(sorprendente), puede hacer peligrar mi aventura, a la vez que acentúa mi
calvario.
La doctora, ATS o lo que sea, majísima, cura la herida y me
pone una gasa protectora mientras el (capullo) del conductor del coche médico
me pregunta si voy a seguir y me avisa de que me queda lo peor. Será gilipollas
el tío, vaya manera de animar, no me jodas...
Por supuesto que voy a seguir, oiga, si estoy ya en el km
185, no me retiro ni de coña...
"¿Y no tienes calambres?", pregunta el tío.
Pues no, no tengo calambres.
Cabreado tiro para arriba, mientras el coche médico se
aleja. Me avisan de que aún hay otro coche médico por detrás. Gracias, no va a
hacer falta, al menos para mí.
Nuevamente me cruzo con el de la monovolumen Citroën, que me
felicita por coronar Ozalba y me anima "venga, ya sólo te queda uno".
Así, sí.
Bajada horrorosa por un asfalto de mierda, el tío del mazo
que nuevamente asoma en forma de sudor frío y temblores y llegada a
Puentenansa, donde espera el último avituallamiento y el comienzo del collado
de Carmona, última dificultad del día.
En el avituallamiento me derrumbo, no puedo más. Los amigos
de Vitoria, que me han adelantado mientras "era intervenido" por los
médicos, yacen a mi lado, el chico con mucha peor cara que la chica. Menuda
campeona.
Tomo aire entre 15 y 20 minutos, qué más da, las previsiones
iniciales en torno a 10h se han ido al traste hace ya bastante. Con suerte
llegaré antes de 12h, si es que llego...
Como no voy a llegar, joer, si me quedan "sólo"
10km de subida y luego ya 15km finales todo para abajo. Me monto en Nekane y
afronto el final de mi calvario. Un tío vestido del Movistar se ofrece a
hacerlo a mi lado, por hacer más amena la subida. Acepto, aunque le aviso que
voy fundido.
"No importa, mis amigos van por detrás, tiramos juntos
y les espero en la cima"
Pues bueno, pues vale.
Vamos charlando y comentando la dureza y belleza del
recorrido. Estoy muy, muy jodido, pero la verdad es que me lo estoy pasando en
grande. Aún no tengo claro, ni siquiera hoy, si esto es más duro que el
Ironman, pero por ahí le anda, no creas. En las rampas finales el amigo me
suelta y me dice que me espera arriba, y es que voy realmente mal.
Últimos 2kms de subida interminables, ya con terribles dolores
en cuadriceps y, sobre todo, rodillas y tobillos, el dolor articular comienza a
ser insoportable.
El amiguete de la Citroën aparece al fondo, creo que estoy
llegando al alto de Carmona, no me lo puedo creer.
Efectivamente, el tío me aplaude y me dice "Enhorabuena,
venga, ya no tengo porque animarte más, lo has conseguido".
El colega del Movistar me jalea y aplaude a rabiar
"Vaaaaaamos, ya lo tieeeeeenes Campeónnnnn, ya estáaaaaaaa..."
Cierro el puño, le aplaudo a su vez y rompo a llorar. Ya lo
tengo. Quedan 15km pero ya lo tengo.
El tío del mazo quiere aparecer por última vez, pero ahora
ya me da igual, aprieto los dientes, me sujeto al manillar y enfilo a Nekane en
dirección a Cabezón de la Sal, YA LO TENGO.
La entrada en el pueblo es espectacular, en un final de
recorrido vallado como en las grandes pruebas ciclistas. Espectadores y
voluntarios aplauden.
El speaker anuncia "Y por aquí aparece el dorsal 68,
Daniel Fonseca". Ufffff, "la gallina de piel"...
Cruzo la meta en 11h58min, vaya tela, pego un grito terrible mientras la gente
sonríe a mi alrededor.
En la zona de recuperación me esperan todos, Fran, sus
roselines y Rober, Óscar ya debe estar de vuelta en Madrid.
Me abrazo con todos, critico a Fran su falta de claridad
sobre "Bargas Luengas", muchas risas, comida, bebida y satisfacción
absoluta. Qué bien sienta la cerveza después de tanto sufrimiento.
Increíble esta marcha cicloturista de los 10.000 del Soplao,
desde ya un fijo en mi calendario.
El año que viene más, y esta vez a ser posible mejor. Y si
no, pues sufriremos otra vez, si en el fondo nos mola, ¿o no?