lunes, 27 de enero de 2014

SIN PRISA PERO SIN PAUSA

A priori parecía una decisión arriesgada, pero de momento parece que, por una vez en la vida, he hecho lo correcto. Pese a que me tengo que morder la lengua con ganas y sujetarme para no calzarme las zapatillas y echar a correr un día sí y otro también, todo apunta a que mi parón momentáneo en la disciplina del atletismo-carrera a pie es todo un acierto. El pie va cada día mejor, únicamente llevo 2 semanas sin correr y ya apenas me molesta, y la inflamación casi ha desaparecido del todo. Aún así no voy a lanzar las campanas al vuelo, tengo prevista una resonancia magnética la semana que viene y con los resultados acudiré a la traumatóloga y demás especialistas y veremos cómo continuamos el tratamiento de la dolencia.

Pero de momento estoy cuasi-seguro de que he acertado, el riesgo de perder algo la forma corriendo se compensa con creces con el hecho de ser capaz de andar con normalidad y sin dolor, así que sin prisa pero sin pausa. Es un tópico y una obviedad, pero está claro que más vale prevenir que curar. La gente “normal”, no triatleta, pensará que vaya cosa estoy descubriendo, que si te duele, te paras y te lo curas y ya está. Pero a muchos les querría ver yo en la misma situación. Y es que una vez que empiezas con esta locura es difícil parar, por varias razones:

-          El calendario: Las pruebas están ahí, tienen una fecha fija y el tiempo, lamentablemente, no para, tic-tac-tic-tac….

-          Larga distancia: Los que, como yo, enfocamos nuestra temporada a triatlones de media y larga distancia, sabemos que una prueba se prepara en 14-20-40 semanas, con unas cargas de entrenamiento a veces excesivas, y estar parado en una de las disciplinas significa tener menos tiempo para entrenarla y ,por lo tanto, dotarle de menos carga acumulada. Y al final, se nota, esto es así. Los milagros no existen, por muchos beneficios que te aporte el “entrenamiento cruzado”. Entrenarás menos y lo acabarás pagando en competición.

-          El veneno: Éste es el peor. Tienes un veneno dentro que te corroe y se te llevan los demonios cuando estás parado, aunque realmente no estés parado. Pero es que lo verdaderamente “divertido” del triatlón es que entrenas 3 disciplinas, y cada una aporta su dosis de veneno-droga, y cuando no practicas una de ellas tienes un “mono” salvaje, dedicarte únicamente a las otras 2 no termina de saciarte. Quieres más.

Echo de menos de correr, y más en días como el de ayer, en el que buena parte de mis compañeros de club tomaron la salida de la media maratón de Getafe, prueba a la que estaba inscrito.

ENCUENTRA EL ERROR EN LA FOTO

Obviamente el error reside en que en esa foto FALTO YO. Pero no pudo ser, y ayer estaba verde de la envidia que me daba leer los mensajes del grupo de Whatsapp del club, con todos comentando sus resultados, sus sensaciones, sus anécdotas de carrera. A unos les fue mejor y a otros peor, muchos debutaban en la distancia y se dieron cuenta que 21K pueden ser “molto longos”. Yo ya pasé por eso hace tres años, y ahora sonrío con condescendencia cuando leo los lamentos de éste o aquel. Es lo que hay amigo, sabías (o quizá no) a lo que venías…

Hasta que pueda volver a correr, solo queda darle duro a la bici y el agua, como por ejemplo he hecho esta semana, en la medida de lo posible:

ENTRENAMIENTOS DE LA SEMANA (LISBOA SEMANA 2/16)

Lunes: 70’ spinning + 2100m natación (odio la parte de técnica, lo juro)
Martes: Descanso
Miércoles: 60’ spinning + 2000m natación (¿he dicho que odio la técnica?)
Jueves: 80’ spinning
Viernes: 70’ Mountain Bike (y puesto de barro hasta las orejas, oiga)
Sábado: 1h30 de bici de carretera (o más bien de “romería”, a paso tortuga). Abandono por pinchazo y aburrimiento extremo, debido a la lentitud de “algunos”…
Domingo: 2000m natación en simulacro carrera (1900m en 35’ altos + 100m soltar) + 55km bici carretera(T1, saltando del agua a la bici de forma inmediata), 2h@27kmh con Óscar, de menos a más, acabando fuerte.

 

lunes, 20 de enero de 2014

YES, I CAN


O mejor dicho, YES ICAN.

Porque, queridos míos, acabo de formalizar mi inscripción para el FULL ICAN TRIATHLON GANDÍA-VALENCIA del próximo 26 de octubre, o lo que es lo mismo, mi Ironman 2014 ya tiene nombre, apellidos y fecha.

Al final me quedo en la península ibérica, en mi querida España, esta España nuestra. No emprendo la “aventura francesa”, para la cual ya tenía incluso reserva de hotel. El CHALLENGE Vichy tendrá que esperar hasta una mejor ocasión. Anulada queda la reserva de hotel y todo arreglado, ya que afortunadamente, raro en mí, no me había precipitado y soltado los 300 y pico “leuros” de la inscripción. No sé por qué me daba que a mi “contraparte”, mi santísima esposa, el tema de “invertir” parte de nuestras vacaciones de agosto haciendo el animal en Francia no le entusiasmaba demasiado, pese a que sí me había dado su conformidad. Así que no me inscribí aún a riesgo de pagar la inscripción más cara según iban pasando las fechas.

Pero el viernes abro el DIARIO DEL TRIATLÓN y leo una noticia bomba. La franquicia ICAN, con buena fama ganada tras varios años organizando triatlones de media y larga distancia, abre el lunes inscripciones para un nuevo triatlón distancia Ironman en Gandía, Valencia, y lo hace ofreciendo 200 plazas para los 200 primeros al módico precio de 199 “lereles”. A alguno le podrá parecer una barbaridad pagar ese dinero por estar haciendo el capullo durante 10-12-16 horas, pero los que estamos en esto sabemos que es barato, de hecho es una pedazo de oferta.

Rápidamente mi cerebro empieza a procesar la info y maquinar un plan:

-          Gandía, Vane tiene casa allí, en octubre está desocupada fijo, te ahorras 3-4 días de hotel Dani, que ya es una pasta.

-          Y la inscripción es baratísima, el lunes a las 10 de la mañana estoy el primero para inscribirme. Si lo consigo otros 100 y pico euros de ahorro sólo en inscripción comparado con el Challenge Vichy.

-          Menos de 4 horas de coche, un paseíto.

-          Es más fácil que familiares y amigos que quieran/puedan ir a verte competir se den “un salto” a Gandía que el tema Francia.

-          Hay que “contarle los beneficios” a Ruth ya, este fin de semana hay que tener todo cerrado.

-          Una vez convencida Ruth, toca “comunicarle” a Vane que su casa de Gandía tiene inquilinos el fin de semana del 26 de octubre. Aquí no habrá mayor problema.

-          Hacer publicidad del evento entre los “compis”, entrenar un Ironman a solas es un auténtico coñazo, si consigo engañar a alguien para que se apunte conmigo mejor que mejor, podremos entrenar juntos e irnos motivando mutuamente. Esto de haber sido el primer “Ironman” del club está muy bien, pero compartir la experiencia con más gente tiene que ser la leche. Jorge el profe, Iván, Fernando o incluso mi nuevo jefe en la empresa ya han mostrado su interés por probar el 3,8-180-42,2 en varias ocasiones. Habrá que igualmente “contarles los beneficios” e incluso hacer uso del clásico “no hay huevos” para conseguir que alguno pique.

-          ¿Cómo será el circuito de bici? ¿Habrá montañas? Conozco más o menos la zona y según por donde te metan eso se puede convertir en escalar el Angliru. ¿Sabes qué? Me la pela como sea la bici, me inscribo y punto, ¿No soy un Ironman ya? ¿Acaso va a ser peor que el infierno Huelva-Algarve del año pasado? No lo creo.

Así que el pasado fin de semana he ido desplegando mi “plan de comunicación” y “propuesta de valor” para convencer a todo el mundo, incluido a mí mismo, de que inscribirme al ICAN Gandía era una buenísima idea. Y ha funcionado, oiga. Todo el mundo de acuerdo.

Esta mañana tocaba rematar el plan, a las 10 en punto como un reloj estaba inscribiéndome, tarjeta de crédito entre los dientes, para a continuación publicar foto del comprobante de inscripción en el whatsapp del club esperando a que algún incauto picara. Y ha sido Iván, don Iván Tejada a partir de ahora, el que ha picado. No sabe cómo se lo agradezco, la motivación será doble de aquí en adelante. Poder compartir días de entreno, sensaciones, planes y toda clase de pajas mentales, picarnos en los entrenos, pensar “este cabrón está más fuerte que yo” y apretar los dientes para no quedarte atrás…definitivamente va a molar ver como evolucionamos los dos estos nueve meses (lo que viene siendo un parto, señora).
 

Ahora toca entrenar, recuperarme primero del pie, y empezar a entrenar en serio. La semana pasada empezó (mal empezó) mi plan de 16 semanas para el 1/2 Ironman de Lisboa, que es el primer gran hito en el camino. Y digo "mal empezó" porque entre lo del pie y mi vuelta al mercado laboral me ha costado coger la rutina de entrenar a las horas en que uno puede entrenar cuando trabaja, esto es, muy a primera hora de la mañana o muy a última hora de la tarde-noche. Pero bueno, algo hemos hecho, no lo previsto en el plan, pero iremos mejorando, lo prometo:

1/2 IRONMAN DE LISBOA. SEMANA 1/16

Lunes: 50’ spinning + 2100m natación (incluyendo insufrible técnica de natación)

Martes: Nada

Miércoles: Nada de nada.

Jueves: 1h30 de spinning (incluyendo series-cambios de ritmo)

Viernes: 15’ carrera (y abandono definitivo por ahora) + 1h30 spinning (series y cambios)

Sábado: 2800m natación (series de 500 combinando palas y aletas)

Domingo: 3000m natación (series de 500 combinando palas y aletas) + 1h spinning

STOP & GO


Toca parar. Definitivamente no puedo seguir corriendo, al menos de momento. Mi famoso “espolón de Haglund” no deja de dar la lata y he decidido hacer un alto en el camino y tratar de curármelo. Está claro que las cosas no se solucionan solas, y el tema iba cada vez a peor.

Da rabia, porque dejando aparte estas molestias (bueno, hace tiempo que dejaron de ser molestias, últimamente era dolor del bueno), físicamente me encontraba como un toro, especialmente corriendo, disciplina en la que me sentía verdaderamente fuerte. He ido dilatando en el tiempo y postergando el atacar y solucionar de una vez por todas el problema porque no quería perder el punto de forma que tanto trabajo me ha costado crear en 2013, así que tras el Ironman decidí extender la temporada hasta la Behobia, y después de ésta llegó el 10K de Aranjuez de finales de diciembre y mi intento (fallido) de hacer sub40 en la distancia. No acababa de terminar la carrera de Aranjuez y ya estaba inscrito en la media maratón de Getafe, donde quería acercarme a la 1h30 como tiempo objetivo, y entre medias participaría en el duatlón cross de Illescas, junto con mis compañeros del club…

El caso es que por una cosa o por otra no ha habido pretemporada como tal, he estado siempre liado preparando la siguiente carrera, la siguiente prueba, y mi pie ha dicho “basta”. O mejor dicho he sido yo el que ha dicho “BASTA”, por lo menos en lo que al “running” se refiere. El dolor ya era insoportable, cada vez que intentaba salir a correr me daban como calambres en el talón, tipo espasmos y/o descargas eléctricas y corría el riesgo de romperme definitivamente, y nada menos que el tendón de Aquiles, y eso significaría mandar a tomar por saco todo el año 2014, y quién sabe si incluso algún año más. Creo que afortunadamente mi pie me ha ido enviando mensajes del tipo “macho para ya, que la vas a cagar del todo”.

Así que no hubo ni duatlón de Illescas ni habrá media maratón de Getafe. Dejo la carrera de momento, hasta que tenga un diagnóstico claro y, sobre todo, una posible solución a mi dolencia. Mientras tanto seguiré nadando y montando en bici, así como haciendo entrenamiento de fuerza siempre y cuando no perjudique mi recuperación. Ejercicios de fortalecimiento de la zona afectada, como “excéntricos” y de “propiocepción”, está claro que me ayudarán en mi recuperación. El Insanity, que es más cañero, probablemente también lo tenga que aplazar.

Sólo me queda confiar en los tan famosos beneficios del “entrenamiento cruzado”, que básicamente se resumen en que todo lo que haces en una o varias disciplinas te sirve como entrenamiento para otras, lo que se traduce en que cuando nadas o haces bici eso te sirve en la carrera, y viceversa. Así que toca cruzar bici y piscina, piscina y bici, y cruzar a su vez los dedos para que ello me sirva para no perder la forma demasiado en lo que a correr se refiere.
 
 

STOP & GO. Para evitar males mayores. Luego, ya veremos…

sábado, 4 de enero de 2014

LA ENFERMEDAD DE HAGLUND

Mediado el pasado verano me apareció un dolor en el talón izquierdo, más intenso en estado de reposo y que desaparecía completamente con el ejercicio. Típico de las tendinopatías, pensé, debo tener algo de tendinitis en el Aquiles izquierdo. Estaba en pleno periodo de carga máxima de entrenamientos pre-Ironman y, desde luego, no estaba dispuesto a parar a escasos meses de la gran cita. Lo comenté con mi fisioterapeuta, Ramón, que en buena lógica, y mirando primero por mi salud, siempre ve la botella medio vacía, así que me recomendó aflojar…

“Tú estás de coña Ramón, ¿aflojar ahora? No way, man”

Mejor dale caña a la fisioterapia, a ver si conseguimos reducir una inflamación que cada día se hacía más evidente.

Con el paso de tiempo el dolor y la inflamación fueron a más, hasta prácticamente dejarme cojo dos o tres días cada vez que salía a correr. La fisioterapia tampoco funcionaba, de modo que Ramón me recomendó ir a un especialista, podólogo, traumatólogo o similar, y que me hicieran placas y/o resonancias para determinar el problema y, entre todos, ver la posible solución.

OK, pero después del Ironman, hasta entonces aguanto como sea.

Total, era cuestión de estar cojo unos días, y el dolor desaparecía en cuanto me ponía a correr. Lo malo era lidiar con mi “santa”, que cada vez que me veía me decía “ESTÁS COJO, ¿QUIERES PARAR?”

¿Yo?, qué va, es que me gusta andar así…

Tras finalizar el Ironman, ya sí que sí, hubo que ceder a las presiones de mi fisio, mi mujer, mi suegro y demás tropa, sólo faltó que me llamaran de Presidencia del Gobierno…”Mire usté, tiene usté que parar, mire usté…”

Así que prometí no correr la Behobia (mentí como un bellaco) y acudir a especialistas (eso sí que lo hice). Primero acudí a Verónica, una podóloga amiga mía, que tras examinar mis “pinreles” y en primer lugar escandalizarse por la cantidad de uñas que tenía moradas “se te acabarán cayendo…”, se centró en la zona del talón en cuestión para determinar:

“Pa” mí que tienes un “Jaglun” (así sonó), que te hagan unas placas y vemos…

Pensé, ya está la Vero inventándose “palabros”, sonaba a broma, un Jaglun (luego resultó ser Haglund). Parecía como el chiste:

“Tiene usted el mal de Haglund” Dios mío, ¿y eso qué es? “Ni puta idea señor Haglund”

Para que me hagan las dichosas radiografías acudo a una traumatóloga de Sanitas, que resultó estar bastante buena, por cierto.

Radiografía de mi pie afectado

“Tienes la enfermedad de Haglund”, confirmó.

Dios mío doctora, ¿es grave?, ¿cuánto me queda de vida?, ¿podré despedirme de los míos?, contesté en plan traumático.

“Tranquilo, sobrevivirás”, replicó la doctora sonriendo. Tan solo es molesto y doloroso, lo importante es que no esté afectado el tendón de Aquiles, y por las radiografías parece que no lo está, aunque será mejor que lo confirme una resonancia magnética.

El Aquiles, el maldito Aquiles, la pesadilla del corredor, el terror de los deportistas en general. Romperse el Aquiles significa mandar la temporada entera a tomar por saco, y después de operarte nadie te garantiza que puedas volver, no ya a competir, sino a hacer deporte con normalidad.

Pie con Haglund (no es el mío)


Resulta que la enfermedad de Haglund, también llamada deformidad de Haglund o espolón de Haglund es una protuberancia que sale en el talón, a la altura del hueso calcáneo, producto de la irritación de una bolsa o “bursa” que se sitúa entre este hueso y su inserción con el dichoso Aquiles. Esta inflamación, aparte de dolorosa, puede derivar en problemas más serios en el tendón de Aquiles, y eso ya sí que son palabras mayores. Es una dolencia típica de corredores, pero también de señoras que abusan del tacón de aguja…

“Pues le juro doctora que hace mucho tiempo que no me calzo ni los Letizios ni los Manolos”

La doctora empieza con el tercer grado ¿corres? “pues sí, desde hace tres años, y hasta ahora ningún problema, oiga”. Ya, ¿has subido la carga e intensidad de entrenamiento últimamente? “Pues sí, porque…”, no me digas más, eres triatleta ¿a que sí? ¿Ironman? “Culpable”.

Estáis todos gilipollas, mi marido está igual, no sé en qué coño estáis pensando para meteros esas palizas y tal y cual…

Al grano doctora, ¿puedo correr?

Pues en principio sí, pero no te pases, y tras la resonancia veremos qué tratamiento…

No hacía falta escuchar más, “gracias, doctora, me voy a preparar la Behobia, ciaoooo”.

Y en esas estamos, he corrido la Behobia, además de otras carreras, y después he aflojado algo el ritmo de entrenos, pero la temporada 2014 empieza YA, y tengo que solucionar el tema, porque míster Haglund sigue ahí, dando por saco. Sigo leyendo e informándome sobre el particular, posibles tratamientos y demás historias. Aparece por ahí la EPI (Electrolisis Percutánea Intratisular), que esconde detrás de tan rimbombante nombre un tratamiento a base de acupuntura con pequeñas descargas eléctricas en la zona en cuestión. Parece doloroso, pero por lo visto funciona. A David Villa, jugador de mi glorioso Atlético de Madrid, le han tratado recientemente de una dolencia en el tobillo con EPI (Blas no aparecía, ja,ja), y le ha funcionado de maravilla.

No sé, ya si eso veremos…


viernes, 3 de enero de 2014

CERRANDO MI PRIMER AÑO COMO FLIPATLETA

Retomo el blog tras casi dos meses de silencio, mitad producto del hartazgo que me ha provocado esta larguísima primera temporada triatlética, mitad producto del stress que me provocó que me despidieran de mi anterior empresa. Me he dedicado fundamentalmente este final de año a resolver el tema laboral lo antes posible, de modo que espero contar con la indulgencia del lector. Pero año nuevo, vida nueva, dicen, y empiezo el 2014 con renovadas energías y recién estrenado puesto de trabajo, así que sin más excusas vuelvo a compartir mis gilipolleces con todo aquel que quiera leerlas. Me sorprende y me agrada la cantidad de mensajes que he recibido animándome a seguir con el blog, no es que hayan sido miles de mensajes, pero sí decenas de ellos, aunque sólo con recibir uno hubiera bastado. Y es que no sabéis como reconforta comprobar que a alguien le interesan las tonterías que escribes, incluso si ese alguien únicamente lo hace para reírse de tus desgracias y estupideces varias en esto del “Tri”. Lo asumo y lo aplaudo, soy el primero en reírse de sí mismo, así que no hay problema, "si me quereis, reirsen", que diría Lola Flores.

Reanudo este “Diario de un flipatleta llorón en apuros” para rememorar un par o tres de eventos reseñables en este cierre del año, dejo para un próximo post el hacer balance de este mi primer año “serio” como flipatleta. Pero empecemos por dejar unas breves pinceladas de este final de 2013:

EVENTO 1: REDESCUBRIENDO LA MOUNTAIN BIKE.- Poseer una bici de montaña fue el primer paso para decidir meterme en triatlón. Me la regaló Óscar hace un par de años, seguramente con la esperanza de ver el retorno de su inversión convertido en un compañero para salidas ciclistas en el futuro, harto de salir sólo o con amigos de su padre y su tío los últimos 25 años. Le funcionó, con las primeras salidas le cogí el gustillo a eso de dar pedales, y rápidamente adquirí a mi querida Nekane, para dedicarme más de lleno al ciclismo de carretera. La mountain bike quedó relegada a mal menor si no había ruta de carretera interesante a la vista o si la intención era no hacer muchos kilómetros, en definitiva era un medio más que un fin. Pero la llegada del crudo invierno de este año me ha permitido redescubrir el ciclismo de montaña. En estos dos últimos meses le hemos dado mucha caña a la bici de ruedas gordas, y mi evidente mejoría en el ciclismo me ha permitido descubrir nuevas rutas, de mayor dificultad, las cuales no abordaba en el pasado por falta de piernas, y que ahora puedo acometer con mayor confianza. Pero, “ay, amigo”, esa mayor confianza es un arma de doble filo, y la mayor dificultad de las rutas, aparte de mayor esfuerzo (lo cual no es problema, somos sufridores natos), también trae consigo estar dispuesto a asumir mayores riesgos. Vamos, que estás a punto de partirte la “crisma” un día sí y el otro también, y eso ya no mola tanto. En lo que llevamos de invierno he tenido que entonar el “jodercagónsuputamadremevoyamatar” en varias ocasiones, fundamentalmente dos días. El primero de ellos, un clásico, subida y bajada al Monte de Batres, ruta que habré hecho unas 2.500 veces en estos dos años…o eso creía yo, sobre todo en lo que a bajar se refiere. Resuelta que hay 200 formas de bajar (bueno, y subir) al maldito monte. Con Alfredo, Óscar y un grupo de flipamountain-bikers amigos de Óscar descubro una de esas “bajadas alternativas”, de “dificultad media”, según decían. ¿Media? Hijos de mala madre, era de matarse en cada curva, en cada trialera, en cada surco en el que metías la rueda, te agarrabas al manillar, cerrabas los ojos y pensabas “aquí, aquí es donde me mato”. No he pasado más miedo en mi vida, lo juro. Pero bueno, esa vez sobreviví, y la verdad es que, dentro del puro estado de acojone, la bajada era ¿bonita?, quizá si hubiera abierto los ojos hubiera podido comprobarlo. El segundo día de redescubrir la “bici gorda” fue una ruta por “Bololandia” profundo, alias comarca de La Sagra toledana, con subida al monte del repetidor de Añover de Tajo, ruta por cortesía de Iván, compañero del club de triatlón. Salimos un grupo de 7/8, dos se dieron la vuelta a la mitad, otros desearon haber elegido darse la vuelta y todos los que aguantamos hasta al final nos dimos una paliza de cuidado. Resulta que en un día como esos descubres que el plato pequeño pequeño  de las “mountain bikes” también se utiliza y sirve para escalar verdaderas paredes, mientras haces de equilibrista sobre la bici, de tal forma que estás con el cuerpo suficientemente adelantado como para que la rueda delantera no se levante, pero a la vez retrasado como para que la rueda trasera no derrape. En fin, funambulismo a pedales mientras el corazón te sale por la boca, puro masoquismo. Abordamos “nosecuántas” subidas, a cada cual peor, con otras tantas bajadas, alguna de ellas criminal, y vamos, que no dudé en bajarme de la bici y hacerlas andando si la situación lo requería, ya si eso me mataba otro día. Aún así, tengo claro que más tarde o más temprano me tiraré por donde no debo y  me acabaré arreando una buena leche, y, con la suerte que suelo tener, algo me romperé, pero bueno ya se sabe que…“el fútbol es así”.

Ruta a Añover de Tajo


EVENTO 2: SUBIDA A CANENCIA CON PATRI.- Recupero el contacto con Patricia gracias al triatlón, ella también fue abducida ya hace varios años y aprovechando mi periodo de “desempleo” quedamos para montar en bici. Me confiesa que nunca se ha atrevido con los puertos de la sierra de Madrid, fundamentalmente porque apenas libra los fines de semana y le toca salir en bici sola en días laborables, y que sola no se atreve. Estamos a principios de diciembre e intentar subir cualquiera de los puertos disponibles supone ascender a mil y muchos metros, casi dos mil, que no es moco de pavo. Si no te nieva seguro que hace un frío de cojones, ya me advierten de ello un par de colegas ciclistas...

“No es el mejor momento, Dani”.

Así que por supuesto me pasé los consejos por el arco del triunfo y un miércoles cualquiera enfilamos para Canencia, puerto de 2da categoría, a unos 1600m sobre el nivel del mar. Calculé una ruta de unos 80km con subida a la cima y vuelta por el mismo sitio desde Collado Mediano, el día salió nublado pero sin apenas viento, y el frío no era excesivo, o eso parecía al principio…

Todo bien hasta la ascensión, incluida ésta, según vamos subiendo la niebla se va cerrando sobre nosotros, el espectáculo es precioso, solos por la carretera, no se escucha ni a los pájaros, el silencio impresiona,  apenas oyes tu propia respiración y el leve chirriar de la cadena de la bicicleta. Patri es una campeona, y sube sin mayor problema, sufre, claro está, pero vamos, ya te digo yo que “la niña” puede con esto y con mucho más. 

Parada en la cima, fotitos de rigor y quizá demasiada “charleta” rememorando la subida, y para cuando decidimos tirarnos para abajo estamos empapados del rocío de la niebla y el sudor frío. El asfalto está húmedo y resbaladizo, empiezo a tiritar descontroladamente, no controlo los brazos, el manillar se agita con el temblequeo, no soy capaz de accionar los frenos. Bajamos “pisando huevos”, súper-despacio, pero aún así no logro controlar la bici. Decido parar y le pregunto a Patri que qué tal va ella. Entre cuasi-sollozos me dice que va igual que yo. Joder, me asusto, pero decido poner cara de póker, venga Patri que no pasa nada, enseguida estamos abajo. La cosa va de mal en peor, las estoy pasando putas, no siento los brazos, ni las piernas, no controlo la bici, me voy a hostiar, fijo. 

De milagro llegamos a Miraflores, nos metemos en el primer bar y el camarero, cómo nos vería, nos deja una jarra de esas para calentar la leche para que pongamos las manos sobre ellas. Seguramente la leche estaría hirviendo, pero yo no notaba nada, oiga. Tras ingerir un café igualmente hirviendo, nos lanzamos de nuevo a completar la bajada, sigo tiritando y escucho por detrás la risa nerviosa de Patri “sigues tiritando Dani, vaya tela”. Joder, por Dios que venga ya el tramo de subida para que regrese el calor a mi cuerpo, nunca antes había deseado tanto que la carretera se empinara hacia arriba. Voy a estar tres días malo en la cama, verás. En fin, que vaya aventura, puertos de montaña sí, pero en invierno…NUNCA MAIS, Patri.

Perfil de Canencia


EVENTO 3: 10K DE ARANJUEZ.- O cómo hacer nuevamente mejor marca personal en la distancia y acabar decepcionado. Supongo que mi nivel de “pajillerismo mental” ha llegado ya a tal punto que me creo mejor de lo que realmente soy, y ni siquiera fui capaz de disfrutar de una gran carrera, que lo fue, ya que me auto-impuse unas expectativas tan altas que acabé jodido, pese a rebajar en casi un minuto mi anterior marca.

 Resumen rápido, mi intención, optimista, muy optimista, era hacer sub40, aunque realmente pensaba que lo normal sería hacer sub41, o como mucho, hacer sub42…así que, por supuesto hice 42:01, por sub-normal y claro, acabé jodido. Lo dicho, 50 segundos de mejora, pero fui un imbécil y no quise saborearlos. En la carrera fui bastante bien hasta el km7, pero desde allí hasta el km9 me vine inexplicablemente abajo (bueno, qué coño, era totalmente comprensible, si desde la Behobia apenas había entrenado la carrera 5-6 veces). Luego en el km9 apreté los dientes y me esforcé al máximo para arreglar el estropicio, pero el castigo fue ése, quedarme a dos malditos segundos de hacer una marca que me dejara medianamente satisfecho. Y pensar que 6 meses antes había bajado de 45 minutos, ya me parecía haber llegado al tope y era el tío más feliz del mundo. He seguido mejorando tres minutazos y no estoy del todo contento, ¿quién me entiende?, esto de la auto-exigencia es un coñazo, oiga.



Decepción en la entrada a meta

En fin, que lo mejor de la carrera fue compartir el día con algunos compañeros del club, Rober, Ángel (a Isa y Carlos no pude verles), por supuesto ganar nuevamente a Rober (je,je) y, sobre todo, pegarme un homenaje culinario en “El Molino” con Rob, el inglés extraterrestre, que también participaba y que por supuesto hizo un “marcón” el muy….(sub36, alucinas). Las gambas, chuletón, vino y demás que “nos regalamos” fue, sin duda, lo mejor del día…

Carnaza by Restaurante El Molino