Ya ha pasado algo
más de una semana desde que terminé el Iberman, mi primer triatlón en distancia
Ironman. Una semana ya y aún sigo flotando, emborrachado de satisfacción y
orgullo.
He pasado del
cabreo y la frustración por haber hecho lo que pensaba que era una mala marca a
realmente disfrutar de lo que he logrado, porque este Iberman ha sido muy duro.
Baste decir que el ganador invirtió 10h03min, cuando normalmente los que ganan
lo hacen alrededor de 8h30min. Conversando al día siguiente de la carrera con
otro participante, 12 veces Ironman finisher, 4 de ellas en Lanzarote, considerada
una de las pruebas Ironman más duras del mundo, me comentaba que el Iberman le
había parecido más duro que Lanzarote, con una bici igual de exigente, tanto
por el perfil como por el viento, pero con una maratón infinitamente más dura
que la que transcurre por Puerto del Carmen en la isla canaria. Al principio
recibí esta noticia con indignación y enfado, definitivamente me había
equivocado de prueba para debutar en la distancia, ya que había descartado en
su día Lanzarote precisamente por su dureza y resulta que había aterrizado en
una prueba peor, más exigente.
El dolor físico y
el agotamiento, tanto físico como mental, te hacen “echar pestes” de todo,
estás realmente ofuscado y todo te ha parecido mal, cargas contra la
Organización por sentirte engañado, pero al final terminas por darte cuenta de
que realmente la prueba fue una pasada, y que no estuvo tan mal organizada. Sí
faltó bastante más información en la reunión técnica, que realmente fue un
desastre. Como participante te mereces que no te oculten información y te den
todo el detalle posible sobre las características de la prueba, sobre el tipo
de terreno sobre el que transcurrirá la prueba, puntos peligrosos en el trazado
de bici (que los había, y en los que más de uno seguro que se llevó algún
susto) y en definitiva todo aquello relativo a nuestra seguridad, y esa
información brilló por su ausencia. Tampoco dijeron la verdad sobre la
iluminación en la “fase nocturna” de la maratón, allí no había ni antorchas ni
iluminación suficiente (por no decir ausencia total de luz) en muchos tramos. Todo
esto es mejorable en próximas ediciones, pero sí es verdad que la dureza del
recorrido forma y formará parte del ADN de esta prueba, y que seguramente es
parte de su atractivo. Si solucionan estos no tan pequeños detalles tendrán una
gran prueba Ironman durante muchos años. Sí quiero resaltar finalmente el
trabajo de los voluntarios, y por ello desde aquí quiero mandar un afectuoso
saludo y dar las gracias a todos y cada uno de esos cientos de voluntarios que se merecieron un “10” porque estuvieron
sencillamente perfectos, una pasada su predisposición, ánimo y aliento en esos
duros momentos.
Respecto a mi rendimiento en la prueba, disfruté la natación, una lástima que saliera tan larga (4200m en la mejor de las mediciones, algunos GPS llegaron a marcar 4500m), porque el ritmo que me impuse fue muy bueno, rápido y vivo, con un recorrido más ajustado en metros mi parcial hubiera sido realmente satisfactorio. Pero bueno, efectivamente puedo decir que disfruté de la natación, al menos esa parte salió bien, porque lo demás fue un suplicio. Padecí en la bici, mucho, sobre todo en la segunda mitad, cuando aparecieron los problemas de estómago, problemas que arrastré el resto de la prueba, dejándome al final con los “plomos fundidos”. Y fue una lástima, porque las sensaciones corriendo eran mejor que buenas, pese a los intensos dolores musculares y al problema del aquiles, y estoy convencido de que si mi estómago me hubiera dejado en paz hubiera hecho una más que decente maratón. Pero así es el Ironman, la “variable estomacal” no es sino una parte más dentro de la ecuación, una parte bastante importante, me atrevería a decir.
Al final, dicen las leyes
no escritas del Ironman que el dolor pasa, el sudor se seca, el cansancio
termina, pero la gloria y la satisfacción de haberlo logrado es para siempre. Y
así me siento, satisfecho, alegre y orgulloso. Cada gota de sudor derramada, cada segundo de sufrimiento ha merecido realmente la pena. Nunca olvidaré este Ironman,
haré otros, de eso estoy ahora seguro, y seguramente serán igualmente
inolvidables, pero este Iberman, mi primero, lo recordaré siempre.
Parecía imposible
que este grandullón de más de 100kgs terminara esta mítica prueba, pero lo hice,
y sí, estoy orgulloso.
Pero quiero más,
el veneno del triatlón y del "Citius, Altius, Fortius" inunda mis venas. Más rápido,
más alto, más fuerte, así que quiero mejorar, nadar más rápido, pedalear con
más potencia, correr no, volar sobre el asfalto y la tierra. El año que viene
me prepararé mejor si cabe, ya sé lo que es un Ironman, ahora solo queda seguir
entrenando fuerte para seguir mejorando. Y es que lo bueno de haber debutado
con una marca tan discreta es que el margen de mejora es amplio, lo tengo
fácil.
Seguramente el segundo de la saga sea el Challenge de Vichy, en Francia, a finales de agosto. Un recorrido llano en
el circuito de bici y una maratón “normal”, con la única incógnita del calor
que pueda hacer en el centro de Francia en esas fechas, que supongo será mucho.
No está decidido del todo, pero de momento ya he pre-reservado el hotel, por si
acaso…
Pero la
preparación específica empezará a partir de Enero, ahora estoy disfrutando el
momento, comiendo lo que me apetece, bebiéndome todos los gintonics a los que
tuve que renunciar durante la preparación, y tratando en definitiva de
recuperar algo de peso, que estaba ya empezando a preocuparme, porque no hacía
más que adelgazar y adelgazar durante la semana posterior a la prueba, a la vez
que me sentía terriblemente débil. He retomado también el ejercicio físico,
pero poco a poco, muy poco a poco. De manera que todo ha vuelto a la
normalidad, y me siento de nuevo fuerte y sano.
Porque soy un
Ironman. He nadado 3,8kms, he pedaleado 180kms y he corrido 42,2kms. Ahora
puedo vacilar el resto de mi vida. Bueno, tampoco es que sea necesario, pero
¿un poco sí, no?
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