lunes, 21 de octubre de 2013

CONSEJOS VENDO, QUE PARA MÍ NO TENGO


Cuando uno expresa una opinión en internet, se expone. Por el simple hecho de publicar algo al que unos pocos, o unos muchos, tienen acceso, se expone a ser leído, y en consecuencia habrá que gente que esté de acuerdo con lo que escribes y otros que no, a uno les gustarás y a otros les gustarás menos. Esto es así.

En definitiva, todo es opinable. Así que hoy voy a opinar.

Voy a opinar sobre algo con lo que me he encontrado repetidamente en los últimos tiempos en esto del triatlón, relativo a personas empeñadas en decirte cuándo debes o no debes hacer un Ironman, si tienes que haber hecho primero “nosecuántos” olímpicos y medias distancias, que si no te precipites, que si dimensiona tu reto y que si la abuela fuma.

Y el elenco de “empecinados” en este asesoramiento “por tu bien” va desde directores de revista del sector, pasando por triatletas profesionales, hasta llegar a triatletas populares, o perdón, triatletas “amateurs”, que queda mucho más “cool”.

Te encuentras por ejemplo con que Antonio del Pino, director de la revista Triatlón, intenta convencerte hace unos meses en su editorial (¿quizá para a la vez autoconvencerse?) de que hay que hacer primero unos cuantos años de triatlones cortos para enfrentarse a la gran distancia, que él mismo ha dejado pasado siete lustros antes de abordar ese reto, y que además eso de competir contra uno mismo es una patraña y que se compite contra otros.  Que hay mucha gente obsesionada con el Ironman, que las distancias cortas también están muy bien, de modo que el Ironman hay que hacerlo cuando se esté realmente preparado, saliendo siempre a ganar, lo de simplemente participar es de “losers” y tal y cual.

Por otro lado llegas de casualidad a otro blog, www.vomitandopolirealidades.blogspot.com.es, en el que el autor, que se autodefine como triatleta amateur, te aconseja dimensionar tu reto, o lo que es lo mismo no hacer un Ironman hasta que no hayas hecho como él, 7900 millones de kilómetros de piscina, tres vueltas al mundo en bici y de aquí a Ciudad del Cabo corriendo, paso del estrecho de Gibraltar incluido. Cuenta la historia, creo que utilizando un tono suficientemente peyorativo, de un “Manolo” con sobrepeso que viendo en la tele a un bróker de bolsa acometiendo un reto multi-Ironman, decide inscribirse en uno, y para ello mal entrena durante unos meses, se compra el material y finalmente lo hace, pero “ay, amigo”, lo hace en 15 horas, yendo de paseo, poniendo además su vida en peligro y sin haber, en ningún momento de su gesta, “dominado la distancia, los gloriosos 226kms”. Esto último de dominar la distancia se lo copia a Clemente Alonso McKernan, a la sazón triatleta profesional, vencedor de pruebas IM y mito en activo de este glorioso deporte.

Comienzo a opinar.

Y opino que todos somos ya mayorcitos.  En primer lugar porque según tengo entendido para hacer un Ironman debes ser legalmente mayor de edad (si me equivoco ya me corregirá alguien). Adolescentes alocados e inconscientes en la salida de un IM creo que hay pocos. De hecho la edad media ronda los 40 años. Así que como mínimo habrá maduritos inconscientes. Pero es que además no creo que nadie se enfrente al IM habiendo entrenado 2 meses, dos días a la semana. El que decide presentarse a la línea de salida sabe a lo que se enfrenta, y si no lo sabía en un principio, ten por seguro que en el transcurso de su preparación terminará por descubrirlo. La dimensión del reto está ahí, es de sobra conocida y ese es precisamente su atractivo.

Creo que muchos, muchos, muchos, entre los cuales me incluyo, nos hemos acercado al triatlón por el IRONMAN, con mayúsculas, y resulta que por el camino nos hemos topado con triatlones SPRINT, OLÍMPICOS y de MEDIA DISTANCIA. Y hemos visto que todos ellos tienen “su miga”, la velocidad salvaje y la agonía de un “sprint” y de su primo el “olímpico”, y el encanto del “no-drafting” y de pelear contra el viento, contra todos y contra ti mismo durante 4-5-6 horas en la "media distancia”.

Pero fue el Ironman quien nos sedujo, su kilometraje imposible, su duración eterna y el anhelo de alcanzar su meta, en principio inalcanzable. Luego vinieron “los otros triatlones”, y los abordamos antes o después de hacer el Ironman, preferiblemente antes, pero no siendo absolutamente imprescindible.

Nuestro primer amor fue el Ironman, sabíamos que existía el triatlón en otros formatos, pero lo que nos ponía realmente cachondos era terminar un Ironman. Sí, he dicho terminarlo, luego entraré en la cuestión de la dominancia o lo de salir a ganar, a participar o a lo que buenamente uno pueda.

Yo no diré a nadie cuándo tiene o no tiene que hacer un Ironman, que cada cual haga lo que le dé la gana. Tampoco diré a nadie cómo tiene que hacerlo. Información hay mucha y muy variada, planes de entrenamiento hay “tropecientos”, tienes clubes, entrenadores personales, aplicaciones móviles y todo aquello que te puedas imaginar para ayudarte en tu preparación. Como mucho puedo compartir con aquel que quiera leerme/escucharme qué es lo que hice yo y dar algunos, llámalos “consejos” o llámalos “no-cometas-los-mismos-errores-que-he-cometido-yo”.

Me da la impresión de que hay gente en el mundo del triatlón que se está poniendo nerviosa con la cantidad de nuevos adeptos que este deporte está teniendo en los últimos tiempos. Esa misma gente se pone aún más nerviosa viendo el auge y la “masificación”, si se puede llamar así, de las pruebas en distancia Ironman. 

Supongo que será por la pérdida de exclusividad y de supuesta pertenencia a la élite de los que practican un deporte y/o disciplina minoritario, sea éste el que sea. Ya no eres “un triatleta”, sino que eres “otro triatleta”. A mí esto de la exclusividad y la élite me parece una soberana gilipollez. Cuantos más seamos mejor, llegará más dinero, y ello redundará en más y mejores servicios, mayor seguridad y más espectáculo.

Así que si “Manolo” decide levantarse del sofá, comprarse una bicicleta de segunda mano BTWIN del Decathlon y acometer un Ironman, olé sus cojones. A Manolo, como a mí, le importa un pimiento quedar en el puesto 80 o en el 880, porque si no va a luchar por, digamos los 20 primeros puestos, qué más le dará llegar un poquito más atrás que unos cuantos. Por supuesto quiere hacerlo lo mejor posible, pero seguramente le importará bastante poco saber cuántos hay por delante, ni siquiera cuántos quedaron por detrás.

Porque Manolo, como yo, no compite contra éste o aquel, no compite contigo, compite, sí, contra sí mismo. Esto es así. Compite contra ese Manolo de hace unos años, con unos kilos de más, posiblemente vago y sedentario. Quizá incluso ese Manolo deprimido y sin ilusión por nada. Como mucho Manolo compite para demostrarle a su mujer, a su amigo o al fanfarrón de su oficina que él es capaz de hacerlo, y para ello se juega una cena. Así de inocente y simple es Manolo.

Así que aparece el Ironman. O a lo mejor primero fue la carrera popular de su pueblo, y luego la media maratón de San Esteban de los Montes y luego el Ironman. El caso es que Manolo llega un momento en el que se plantea hacer un Ironman. Y simplemente ese hecho, el plantearse hacer un Ironman, a Manolo le parece increíble. Porque Manolo recuerda como era hace bien poco, y se ve ahora en el espejo, más fuerte, más sano, mejor. Más fuerte físicamente, pero sobre todo más fuerte mentalmente. Hacer un Ironman , pero más aún, preparar un Ironman, a Manolo, como a mí, le ha hecho más fuerte mentalmente, le ha hecho redescubrir “su fortaleza interior”. Sí, suena cursi, pero ha surgido un nuevo YO interior, quizá siempre estuvo ahí, pero llevaba tiempo escondido. Y Manolo se mira en el espejo y le gusta lo que ve, por fuera pero también por dentro. Manolo, y yo, querrá estar así mucho tiempo. Ya está buscando inscribirse en otra prueba, bendito Ironman, bendito triatlón.

A Manolo, como a una servidora, le importará una mierda no dominar los 226 kilómetros. Eso se lo deja a Clemente Alonso que para eso es triatleta profesional. Con sufrir un poquito menos la próxima vez se conforma, y bueno, si se puede bajar unos minutillos, pues bienvenido sea. Porque Manolo, y el que suscribe, es optimista por naturaleza, más bien “pajillero mental”, y de aquí al próximo IM soñará con bajar su registro 2 horas por lo menos, y luego el Ironman le pondrá en su sitio. Porque Manolo tiene claro que clasificarse para Kona queda lejos, o ¿quizá no tanto?


“Aaaay”  Manolo, eres, como yo, un flipatleta (esto da para otro post, fijo).

2 comentarios:

  1. Y a los blogueros de toda la vida nos molesta que llegue uno como tú y también tenga blog. La exclusividad es toda una ciencia. Por cierto, pendiente unas cañas antes de que retomes la vida monacal.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querido Jaime, como decía anteriormente todo es opinable, y además discutible, como tu comentario, por ejemplo. Sobre todo teniendo en cuenta que escribo en blogs desde hace varios años, diría que 6 ó 7 por lo menos. Incluso en alguno lo he hecho de manera compartida contigo, querido amigo.

      Lo de las cañas por supuesto, para la vida monacal aún me queda hasta Enero.

      Eliminar